30 marzo 2006

Escuchado en el colectivo, hace instantes...


"No sé qué me pasa pero no puedo seguir... es incestuoso ... se parece mucho...
¡Es como si lo hiciera con mi hermano...! ¡Usa las mismas camisas, si hasta tiene una remera Nike!"
Por suerte, yo ya bajaba del psicoanalítico transporte, pensando: "Qué problemones tiene alguna gente, ¿no?"

Imagen: El jardín de las delicias (detalle) (1453 - 1516) de Jheronimus Bosch o "El Bosco", para los amigos.

28 marzo 2006

El maniqueísmo que amputa la riqueza


Todavía no terminé de redondear el pensamiento pero vendría a ser más o menos así:
De un tiempo a esta parte estoy tratando de afirmar(me) la idea de que la vida -aún con todas sus miserias- tiene una riqueza inconmensurable, que difícilmente sea abarcable en el lapso en que nos movemos por este mundo, por muy aplicados que estemos a penetrar en todos sus significados.
Algo parecido a la idea de la ameba cognoscente que Cortázar describe en el capítulo 84 de Rayuela, que ya nombré en el posteo
"Homo viator"
En fin, el tema es este: cuanto más conozco, más inabarcable me resulta todo. Es cierto, más crece el asombro, el entusiasmo por seguir entendiendo, pero al mismo tiempo crece la idea de que con esta llaneza propia no me siento autorizada a negar a nadie ni nada. Si bien hay pensamientos, posiciones políticas con las que uno se ubica en algún punto del espectro que va del "no concuerdo" al "coincido", no veo por qué no puede haber debate serio, coexistencia de posturas sin fanatismos, sin imposición de la verdad (parcial) a los gritos. La concordancia muchas veces puede parecer una utopía y la armonía una quimera, si tenemos en cuenta el concepto de Foucault sobre "las" verdades que se van imponiendo alternativamente según quién o quiénes detentan el poder.
Pero atendiendo a los medios, a la calle, a la universidad, a cualquier ámbito académico, a las charlas de oficina, a las columnas de los diarios... viendo las discusiones en general -cuando es que hay discusión, porque la mayoría de las veces sólo hay acusaciones e imputaciones unilaterales- no puede más que surgir la pregunta de por qué el maniqueísmo impera en la formación general de opiniones. Por qué ganan terreno las actitudes que mantienen posturas extremas, el bien o el mal, el blanco o el negro... cuando la realidad tiene tanto matiz y los hombres concretos que hacemos la historia somos, a la postre, una mixtura impresionante, una mezcla de ideas, una complejidad caminante que hoy se equivoca y mañana acierta.
El maniqueísmo extremo demuestra, muchas veces, desconocimiento.
Las ideas (todas) tienen raíces complejas y muchas veces enmascaran intereses que no se conocen con apenas rascar la cáscara con la uña... entonces... ¿Qué tan cierto es incriminar a ese otro que piensa distinto? ¿Cuánto perdemos con la cerrazón a priori ante otras posiciones que de inmediato juzgamos equivocadas?
O planteando el asunto al revés: Cuánto más ganaríamos primero escuchando, luego debatiendo, finalmente conociendo y tomando mejores decisiones, con posiciones más firmes, fundadas en el análisis, aunque no pueda llegarse -como es lógico- a la escurridiza conciliación.
Este no es un planteo naïf. Más bien es un deseo, un pedido, nacidos del cansancio de la imposición de LA verdad a los gritos, a los piedrazos, a los empujones, con violencia física y con pirotecnia verbal.

26 marzo 2006

Disquisiciones sobre el PODER y la VERDAD


He tenido la fortuna de que un compañero del curso de Filosofía y Poder de José Pablo Feinmann (que comencé en enero y tuve que abandonar en las 3 últimas clases por el comienzo de la universidad) me enviara la grabación de la clase que se dio sobre el Poder entendido desde la óptica de Foucault.
Es tan absolutamente impecable el análisis que Feinmann transmite sobre Foucault que copio a continuación algunos párrafos salientes de la clase.
A mí me han servido para despejar un poco la telaraña maniquea que se ha escuchado en estos días en todos los medios, y a propósito de un tema tan arduo como el que conmemoramos el 24.
Foucault quiere entender el conocimiento no como “adequatio” (adecuación del sujeto que conoce al objeto conocido), el conocimiento es violencia, destrucción, dominio, sometimiento, una guerra. (...)
¿Dónde está la verdad? ¿Quién tiene la razón?
Ejemplo hay en todas las versiones sobre los 30 años de la dictadura.
Un ejemplo específico lo dio Sebreli al afirmar que "No hay ruptura entre el gobierno de Isabel y la dictadura militar" (lo dice como gorila, claro). Quiere mostrar que no hay ruptura cuando muchos otros afirman (afirmamos) efectivamente la existencia de esta ruptura, de la institucionalización total del terror, del inicio de los campos de concentración…
Lo que uno nota es que hay tantas interpretaciones enfrentadas, que se termina sintiendo que nunca nos vamos a poner de acuerdo.
No faltará la teoría de los dos demonios. Y otro dirá que no cree en la teoría de los dos demonios.
Para Foucault la verdad es lucha, la verdad es poder. (...)
Dice Foucault: “Por lo tanto, no hay en el conocimiento una adecuación al objeto, una relación de asimilación, no existe esa serenidad. Sino que hay, por el contrario, una relación de dominación. En el conocimiento no hay nada que se parezca a la felicidad y al amor. Hay más bien odio y hostilidad. No hay unificación sino sistema de poder. (…) La filosofía occidental siempre caracterizó al conocimiento por el logocentrismo, la semejanza, la adecuación, la beatitud, la unidad.” Grandes temas que se ponen ahora en cuestión.
Foucault introduce el concepto de lo “perspectívico”, el concepto de la perspectiva que es la del conocimiento situado. Todos responden a intereses, a estrategias de poder, todos unen la verdad con el poder.
¿Cuál va a ser la verdad que se va imponiendo?
El conocimiento está trizado. No es uno. Hay tantos conocimientos posibles como puntos de vistas del poder.
Ya no podemos hablar de LA verdad. Será la impuesta por el que tenga más poder. Hay una relación entre Poder – Verdad. El poder es el que impone la verdad. El que logre imponer la suya como LA verdad a través del poder, será el que ha ganado.
Se puede hablar del carácter perspectívico del conocimiento porque hay batalla y porque el conocimiento es el efecto de esa batalla.
La verdad es lucha. No hay una idea idílica de LA verdad.
Es lucha, apoderamiento, derrota, guerra, imposición de la verdad a través del poder.
Dice Foucault: “Mi propósito es demostrar, en de estas conferencias, cómo de hecho las condiciones políticas y económicas de existencia no son un velo o un obstáculo para el sujeto de conocimiento, sino aquello a través de lo cual se forman los sujetos de conocimiento, las relaciones de verdad. Sólo puede haber ciertos tipos de sujeto de conocimiento, órdenes de verdad, dominios de saber, a partir de condiciones políticas que son como el suelo en que se forma el sujeto, los dominios de saber y las relaciones de verdad. Una historia de la verdad será posible para nosotros sólo si nos desembarazamos de estos grandes temas del sujeto de conocimiento originario, absoluto y utilizamos el modelo nietzscheano.”
Lo que Foucault intenta mostrar es que los sujetos están envueltos en tramas belicosas. La verdad es un resultado, un fruto del poder para imponer una verdad. En este sentido no hay una verdad, hay muchas verdades que colisionan entre sí. Por esto nunca habrá una interpretación única del 24 de marzo, siempre será una fecha conflictiva. Nunca habrá una verdad definitiva, sino que dependerá del poder para imponerla. (...)
El Estado moderno es el nuevo poder pastoral. Nos cuida, nos cura, nos entretiene. Presenta dos funciones:
- una Globalizadora y cuantitativa, que concierne a la población
- una Analítica, que concierne al individuo.
A ambos (población e individuo) el Estado los analiza para dominarlos. (...)
Foucault está preocupado por una dominación que el Estado y el Poder tienen sobre los sujetos.
El Estado domina la subjetividad.
Las subjetividades están siendo colonizadas.
Somos manipulados por los medios. El dominio trata de cautivar las subjetividades. Somos algo, pero somos algo que nos hacen ver. Somos hechos por el poder. El poder quiere poder hacer con nosotros algo que al poder mismo le venga bien. Coloniza nuestra subjetividad, la conquista a través de la voluntad de poder (recordar a Nietzsche).
El poder tiene una voluntad, conquistar la subjetividad de aquellos a quienes quiere dominar. Somos algo que no somos, porque somos lo que el poder ha hecho de nosotros.

¿Cual es entonces nuestro grito de libertad? Y Foucault lo dice de este modo:
“Quizás el objetivo más importante de nuestros días es descubrir lo que somos, pero para rechazarlo.”
Hasta aquí parte de la conferencia. El año pasado en un curso introductorio llamado Sociología General, ya tuve oportunidad de abordar a Foucault y sus ideas, así como el entramado de conceptos acerca del poder que daban otros pensadores como Max Weber o Pierre Bourdieu.
El discurso como el lenguaje, son parte de la dimensión simbólica del poder. Siguiendo a Ferrater Mora, son un modo de reflejar el universo, se los hace “equivalentes a la estructura inteligible de la realidad”, son “la realidad hablante.” Seguramente, al principio de la formación del lenguaje no existía una autoridad.
Siguiendo en esta línea, podemos hacer coincidir las modalidades discursivas descriptas por Foucault con las visiones del mundo social de las que habla Bourdieu: las estructuras sociales, cognitivas y evaluativas, construidas históricamente, arbitrarias, que resultan ser el fundamento de un “conformismo”, de un “consenso prerreflexivo, inmediato sobre el sentido del mundo.” Para Bourdieu la dominación siempre tiene una “dimensión simbólica”, y los actos de sumisión, de obediencia, son “actos de conocimiento y reconocimiento”.
Por eso, las luchas políticas serán luchas para imponer una visión y convertirla en doxa, en opinión constituida. Son luchas donde cada parte buscará imponer una visión favorable o ventajosa para sí mismo. Esta imposición a su vez, le conferirá autoridad para imponer a su vez lo que debe considerarse sentido legítimo del mundo social y su “deber ser”. La victoria en esta lucha, da un poder de hacer ver y de hacer creer.

Es necesario, en este punto, volver a Weber y su definición de Estado como instituto político que detenta el monopolio legítimo de la violencia (o la coacción física) para el mantenimiento del orden.

Si para Weber “la administración burocrática significa: dominación gracias al saber”, Bourdieu enriquecerá y generalizará su fórmula viendo en el Estado al “poseedor de la violencia simbólica legítima”, o al menos a un árbitro con poder en las luchas por ese monopolio.

Foucault mismo advierte que muchas veces un nuevo discurso está ligado “con una percepción o reparto binario de la sociedad y de los hombres: de un lado los unos y del otro los otros, (…) los amos y los que les están sometidos (…), las gentes de la ley presente y las de la patria futura.” Por lo tanto de este discurso emergente, de este “tomar la palabra”, se desprende que los vencidos tienen historia, pero además esa contrahistoria es, para Foucault, crítica, ataque y reivindicación del poder. “El poder es injusto, no tanto porque ha decaído de sus más elevados ejemplos, sino porque no nos pertenece.”

Hoy en día a uno le da la sensación de que hablar de Estado, en ciertos contextos, es pretencioso. Y se considera que mayor todavía al poder del Estado, es el dominio de las Corporaciones que con su enorme capital y poder, y la manera y facilidad que tienen para movilizar estos dos elementos, tienen la capacidad de hacer tambalear la estructura de cualquier estado.

Lo cierto es que, esté donde estuviese ubicado el poder, cada uno de nosotros que somos apenas "un punto en un planeta, un bicho que camina" -como dice la canción-, podemos bucear en estas aguas oscuras, tratar de entender, no dejarnos vender UNA verdad e intentar vivir tan de acuerdo con lo que nos parece justo para nosotros y los demás como nos sea posible.
Vuelvo al broche de la conferencia de Feinmann:
Somos algo que no somos, porque somos lo que el poder ha hecho de nosotros.
¿Cual es entonces nuestro grito de libertad?
“Quizás el objetivo más importante de nuestros días es descubrir lo que somos, pero para rechazarlo.” Foucault

24 marzo 2006

1976 -- NUNCA MAS -- 2006



Y uds. pensaban que el solipsismo es cuestión únicamente contemporánea...


Increíble (chocante y singular) hallazgo resultó de buscar data de Max Stirner, información que me era necesaria para interpretar "La ideología alemana" de Marx, texto que actualmente estamos viendo en un curso de la universidad y que me está dando cierto trabajo (soy una bestiecilla, lo reconozco).
Tratando de desentrañar las críticas de Marx a los jóvenes hegelianos de izquierda, ubiqué un texto referente a uno de estos criticados hegelianos de izquierda: Max Stirner (1806-1856).
Pasen y lean:
«Mi causa no es divina ni humana, no es lo Verdadero, ni lo Bueno, ni lo Justo, ni lo Libre, es lo mío; no es general, sino única, como yo soy Único. No admito nada por encima de mí». Max Stirner en "El único".
Los pilares de las instituciones reposan en la moralidad, pero la moralidad es considerada por Stirner como un residuo del pensamiento religioso e igualmente despreciable. “Estado, religión o conciencia” no son otra cosa que tiranos.
Es decir, según Stirner, no se trata ya de perseguir un ideal, cualquiera que sea este; no se trata de sacrificarse por nada espiritual; no se trata tampoco de someterse a ningún otro individuo o autoridad que no sea uno mismo; sino de centrarse en el propio interés, hacerse el centro de todo. Es la culminación del egoísmo y el solipsismo más radicales. El individuo como negación de todo lo demás. Así surge la idea del Único.
No se trata, de todas formas, de transformar el orden establecido sino de elevarse por encima de este. No la revolución, sino la insurrección, el alzamiento de los individuos egoístas. No hay aquí ningún tipo de objetivo político o social: el único objetivo a desarrollar es el del Yo y la individualidad...
Es cierto, inevitablemente el egoísmo de un individuo acaba chocando con el egoísmo de otros. Stirner también entiende que los seres humanos son seres sociales y necesitan de los demás. Mas, según éste, ser social no significa necesariamente formar parte de una sociedad. La sociedad es obra de un tercero.
De aquí nace la idea de la asociación de egoístas, la cual no es ni una “sociedad natural” (como la familia) ni una “sociedad moral”. No es ni Estado ni sociedad, pues nace de la negación de estos. No es tampoco una institución...
La relación entre los asociados es la “de la utilidad, del provecho, del interés”. Si el individuo necesita de amor no por ello es necesario que se exponga a la tiranía del matrimonio. Si necesita alimento no por ello necesita subyugarse al Estado. Para eso precisamente existe la asociación. Será obra de la asociados procurarse los medios de subsistencia y las propiedades. Los asociados se utilizan unos a otros, se proporcionan tanto la amistad y el amor como la defensa. Y si se limita en parte la libertad –algo inevitable en todo tipo de relación- siempre es en provecho de la individualidad, que es el único objetivo a desarrollar por la asociación, y por el cual ha nacido.
«¿Por qué, si solo busco la libertad en Mi propio interés, no me convierto a Mí en el principio, el medio y el fin?... Yo existo; Yo no soy, como la libertad, algo futuro que espera, soy actual. Pensad maduramente en ello, y decidid si inscribiréis en vuestra bandera la “libertad”, ese ensueño, o el “egoísmo”, el “individualismo”, esa resolución».
Salvo por la existencia del estado y la sociedad además, claro, de la existencia de personas que por suerte existen y todavía hacen respirable al mundo creyendo en la solidaridad, diría que Stirner, así y con lo poco mentado que es, es el gran ideólogo del funcionamiento actual de las cosas...
Esto en relación al gran tema que usurpa mi pensamiento y que ya volqué en posteos anteriores como el de la realidad virtual, el mundo a través del plástico, etc, etc, etc.
Y muchos hombres responden a esta lógica moderna... y viven mirándose el ombligo.
______________________________________________________
(1) Dato curioso de la búsqueda sobre Stirner en la web: en un sitio de venta de libros on line llamado Agapea, aparece información de un libro llamado "Max Stirner 1806-1856", impreso por una editorial de increíble nombre: EDICIONES DEL ORTO (¡!)
Según la Real Academia Española:
orto.
(Del
lat. ortus).
1. m. Salida o aparición del Sol o de otro astro por el horizonte.
Pero ya sabemos lo que se entiende por orto en la Argentina... Y de acuerdo a esto, y estando yo en contra de las egoístas ideas de Stirner, hallé perfecto y muy ad hoc el nombrecito de la Editorial... jeje
(2) Fuente del texto sobre Stirner transcripto: Ateneo virtual Alasbarricadas.org

23 marzo 2006

También necesito...



"Luz, más luz"
Como Goethe dijo el 22 de marzo de 1832, pidiendo abrir los postigos de su ventana, justo antes de morir.
Imagen www.nasa.gov

19 marzo 2006

José y las conferencias


Este es el mismo José a quien hice desaparecer en una escalera mecánica infinita en el cuento "El ignoto pasajero". Hice mal en matar a mi "anti-héroe" en el primer cuento, dado que ahora lo necesito para endilgarle a él algunas observaciones que hice en varias conferencias y cursos... Y bueh... se me permitirá, espero, la licencia literaria de resucitar al infausto José con la finalidad de la descripción siguiente.

"José era un hombre común, en sus costumbres y en su vida. Su existencia era gris y apagada, aunque a veces presentaba algún chispazo de color que venía mayormente de sus ideas, de cierta capacidad de asombro ante las cosas cotidianas y de las diversiones que se autosuministraba, como el cine, alguna conferencia, alguna lectura o algún programa de TV.
Entre algunos de los momentos más agradables que José se dispensaba se encontraba el sentarse, como cualquiera, como uno más, en un auditorio para disfrutar de una charla sobre algún tema interesante.
Entonces observaba muy bien. Sacaba una radiografía a la realidad y al grupo humano circundante en los minutos previos al inicio de la conferencia. Y encontraba prototipos.
El auditorio se componía, en parte, de un número de mujeres que asistían a la charla por no tener otra cosa mejor que hacer (y no son suposiciones discriminatorias de José: ellas mismas lo admitían en las charlas que José escuchaba a la salida, por el solo hecho de tener las orejas puestas). Había también una importante proporción de tipas y tipos que daban cátedra de filosofía a los infortunados laderos que se sentaban en la butaca contigua. Estos "oradores-maestros-ciruela-de-butaca" acentuaban sus dichos con los anteojos en la mano derecha a modo de puntero, y con el codo en el apoyabrazos.
También abundaban los sempiternos "habladores por celular", en cuyos diálogos abundaban expresiones como "¡a la marosca!" y "...bueeeenooo, a ver cuándo vienen por casa..." seguidas de una invitación sin sustancia a un hipotético futuro asado para un día indefinido que difícilmente se concrete pero que dará lugar a tantas otras charlas móviles.
De cualquier modo José no dejaba de observar también a gente tranquila y callada. Otros leían plácidamente, antes de la llegada del conferencista.
En este auditorio abundaban viejos muy parecidos Freud, de blanca barba y con cara de fumadores de pipa (cosa, por otro lado, incomprobable). También abundaba gente de toda edad y condición que iba a la charla no se sabe muy bien a qué, pues criticaban al orador y, según ellos, no podían sacar de allí nada nuevo.
Pero para ser justo, José reconocía también a mucha gente a la que se le veían las ganas de aprender. Que iban realmente dispuestos a escuchar.
El corso se completaba con amigas que iban juntas (de otro modo no podían asistir) y que se chismoseaban todo: cumpleaños, tés, estéticas... Y el broche lo daba un heterogéneo grupo de gente que podría igualmente congregarse bajo un denominador o rótulo común: los "OPINÓLOGOS", que vertían dictámenes sobre casi cualquier tema. En este gran y diverso grupo, José se ponía exquisito y hasta se animaba a distinguir un subgénero predominante: el Opinólogo Estridente, es decir el que habla con un interlocutor frente a él, pero grita de tal modo lo que dice, que de esto obviamente se deduce la intención de que todo el mundo lo escuche.
Llega el orador.
Luego la charla transcurre bastante bien, como habitualmente. Sólo molestarán un poco los celulares y sus dueños, que no dejan pasar ni milésimas de segundo a partir del fin de la conferencia para encender estos aparatos que hartan a José con sus sonidos polifónicos y sus mil tonaditas. Los mismos tonos que se escuchan cuando la gente, ansiosa, toquetea los móviles para apagarlos al inicio de la conferencia."

Soy jodida I


Voy a mandar al frente al propietario del Suzuki "Fun" patente FEU 198. Lo ví estacionado en una esquina obstruyendo completamente la bajada de la rampa para discapacitados. Nada "funny".
Si alguna persona en silla de ruedas hubiese atinado a pasar por allí en ese momento, no hubiera tenido posibilidad alguna de sortear el cordón de la vereda.
Pudo ser un ejemplo más del "me importa un bledo el resto de la humanidad" pero también pudo ser descuido o despiste (no pensemos siempre mal). De cualquier modo, aquí queda esta denuncia, en la blogósfera, para que los automovilistas de esta ciudad tomen conciencia.

17 marzo 2006

Del "horror vacui" al consumismo y otras yerbas...

Y sigue dándome qué pensar este tema de los nuevos lazos sociales o, más bien, las nuevas formas de desvinculación social. De casualidad encontré un artículo del suplemento Psicología de Página/12 en el que la psicoanalista Mariela Castrillejo aborda el surgimiento de una nueva "psicología clínica" acorde a las necesidades y síntomas de los tiempos. Lo subtitula de manera impactante: "Llenos de nada". Y desarrolla una descripción sintomática de la época actual, la "época del Otro que no existe" según el decir de la autora.
No soy del "palo" de la Psicología sino que rumbeo más bien por el lado de lo social, pero lo que pude interpretar es: si hay una psicología clínica de la "falta" para síntomas como la angustia o la depresión, también hay grupos ingentes que, ante la perspectiva del vacío existencial acuden a una pseudosolución: "llenarse" a través del consumo pero frecuentemente excluyendo al Otro como alternativa de sentido y hacia el cual puede orientarse nuestra subjetividad.
Transcribo a continuación algunos párrafos destacados, sobre todo en relación a los posts de Realidad virtual y otros anteriores relacionados con cuestiones de sentido en general.
"A diferencia del sujeto que estudió Freud, cuyos síntomas obedecían a la represión del deseo, el sujeto contemporáneo alojaría “un vacío que el consumo de objetos promete llenar”.
"Clínica del vacío es, sobre todo, una tesis que intenta definir la clínica de la época del Otro que no existe. La “clínica del vacío” es fundamentalmente la clínica donde falta la falta, es la clínica opuesta a la clínica de la falta, es la clínica de lo demasiado lleno."
"El discurso del capitalista impulsa al sujeto contemporáneo a situarse en una posición en la que no siente pudor del propio goce. (...) (Aparece) un sujeto desorientado, que no cuenta con insignias identificatorias que lo orienten. Sin embargo, puede obtener una especie de anclaje sirviéndose de los objetos que el mercado le ofrece (...)"
"Las nuevas soluciones sintomáticas no dividen al sujeto sino que le procuran una divisa: le confieren una insignia que ofrece al sujeto una identidad, englobándolo en un conjunto homogéneo. Podemos observar cómo se organizan espontáneamente en la sociedad nuevos grupos en torno a una misma modalidad de goce. Los individuos se agrupan en comunidades que se reconocen en una misma forma de goce. Podemos decir que las nuevas formas del síntoma uniforman al sujeto procurándoles una solución que evita el encuentro con el Otro."
"Al contrario de la segregación clásica, tal como la teorizaba Foucault basándola en la exclusión de la diversidad, la neosegregación funciona como anulación de lo particular y señalización que exacerba la norma.
La clínica contemporánea es una clínica de la neosegregación; la monosintomaticidad se presenta como una respuesta subjetiva a la inexistencia del Otro."
El artículo completo (muy "psi" pero interesante) haciendo click en Página/12

15 marzo 2006

Reflexiones sobre la "realidad virtual"



A propósito del posteo anterior a éste y la nota de Clarín.com sobre el juego Second Life surge la pregunta: ¿por qué en la posmodernidad -o como quiera que se llamen estos tiempos- todos quieren SER OTRO?
Las maneras de ser otro incluyen el boom (o el big bang) de las cirugías estéticas (además de la increíble proliferación de programas televisivos sobre las mismas), el uso de internet en el que se oculta o falsea la información, y tantas otras vías de existencia en la alteridad que incluyen el juego "Second Life" o "segunda vida".
Si uno reflexiona puede tirar varias hipótesis: una de ellas, por ejemplo y siguiendo a Heidegger, sería la hipótesis del aturdimiento para evitar la confrontación con lo que depara el "ser auténtico". Otra explicación puede ser cierto gusto por la banalidad. Otra, la huída ante la complejidad de la vida, aunque la misma complejidad implique riqueza y aunque, por lo que parece, la de "Second life" es una sociedad tan compleja y sofisticada como la real, hasta con sistema económico propio. Sea como fuere, el juego es un escapismo. ¿De qué? La respuesta dependerá de cada participante. Y seguramente hay tantas variantes como jugadores.
Son también llamativas las palabras que riegan el artículo: sociedad ficticia, mundo ilusorio, simulador de internet, virtual...
Aquí me dio por pensar qué tan acertado es hablar de realidad virtual. En verdad, si nos ponemos a analizar este sustantivo compuesto, los dos términos están en contradicción y cualquier "virtualidad" se opone casi lógicamente a cualquier "realidad".
Como cada vez que surge alguna de estas dudas, acudo a la RAE o al Diccionario Filosófico de Ferrater Mora. En ese sentido, en el artículo sobre "real y realidad", Ferrater Mora aclara que "el predicado ``es real´´ (y el sustantivo realidad) se definen a veces de modo negativo y a veces de modo positivo. En el primer caso se afirma que el ser real sólo puede entenderse como un ser contrapuesto al ser aparente, o al ser potencial, o al ser posible."
Avanzando en el artículo, la complejidad del concepto "real" se pone en relieve cuando el mismo autor reconoce que algunas corrientes de pensamiento consideran que "el concepto de realidad no es unívoco y que hay, además, una serie de entidades que van de lo menos real a lo más real." Esta segunda opción vendría a salvar en algo la integridad del concepto "realidad virtual" y a pulir un poco las rebarbas de la dicotomía entre los términos.
Sea como fuere, y siguiendo a Ferrater Mora: "todos los análisis anteriores del concepto de realidad tienen un rasgo común: el de admitir que la expresión ``es real´´ es una expresión significativa.
Salgo del dilema lógico-filosófico-lingüístico y vuelvo a "Second Life".
En un nivel más personal y psicológico, lo notorio es el ansia por procurarse una nueva personalidad, no en donde se pensaría es más común, es decir en el campo de la vida real en la cual, no sin esfuerzo, uno puede cambiar, crecer, descubrirse... sino en la creación (más "express") de alter egos en Internet que son preferibles a tener que desarrollar o ampliar los horizontes del propio yo.
Ahora bien, puede decirse: Es un juego y quienes participan lo toman como tal. Es una forma de entretenimiento y diversión. Pero ya va teniendo una nota anómala en aquello de verlo como un modo de conseguir virtuales privilegios que la vida hic et nunc retacea.
Otra línea para analizar es el slogan del juego: Your world, your imagination. Tu mundo, tu imaginación. Otra vez, como en la publicidad de American Express, la "venta" de un mundo individual, particular y distinto de "EL" mundo. Es MI mundo, TU mundo, difícilmente un NUESTRO mundo... da para pensar.
Este abstraerse del mundo del aquí y ahora (con sus bellezas y sus fealdades, pero en definitiva EL mundo), ese reemplazo por un mundo ilusorio, puede ser normal en niños pero, según la dedicación que se le reserve, también puede rozar lo patológico en adultos. Y esto me recuerda los conceptos de Zygmunt Bauman sobre modernidad líquida y amor líquido, con el consiguiente miedo al compromiso alimentado en el círculo vicioso de un juego que por otro lado impide otros modos de relaciones sociales.

14 marzo 2006

Noticia de Diario sin comentario IV.


Uno más para esta sección. Pero les aseguro que haré comentarios posteriores porque la nota da para desplegar unas cuantas ideas. De hecho me gustaría que, en temas como este, el eventual lector de este blog participe en los comentarios a modo de "foro de discusión", y aunque creo que los lectores son pocos, sería interesantísimo para mí compartir lecturas de fenómenos como éste.
La fuente es el Clarín de hoy. De cualquier modo la copio íntegra.
SOS MI VIDA
Por Natalia Zuazo. De la redacción de Clarín.com
El juego online Second Life ya suma 130 mil usuarios entramados en una sociedad compleja. Su sistema económico propio generó nuevos empleos y movió 5 millones de dólares en el último año.

El caso tuvo una tibia resonancia: Donna Meyer, una abuela de 49 años, pasa doce horas por día jugando al
Second Life, un simulador de Internet que le permite a ella -y a otros 130 mil usuarios- crearse una nueva personalidad y vivir en una sociedad ficticia. En su vida real, Meyer es gordita, canosa, de cachetes rojos y está desempleada. Pero en la virtual es Misty Rodhes, una rubia de ojos celestes y labios carnosos, que convive con un marido mexicano, con quien tiene unos adorables mellizos. Alguna vez dijo: “Estoy desocupada, no tengo plata para salir y esto me divierte. Para mí es otra forma de conocer gente. Mi hija me dice: ‘Por dios, mamá, antes salías y ahora te pasás todo el día frente a la computadora’”. Cualquier jugador de Second Life puede tener todo lo que en la vida real no consigue: ser flaco, tener un trabajo privilegiado, casarse con la persona ideal sin haber tenido una cita. Desde el estudio creador del juego aseguran que en esa capacidad de inventarse alter egos perfectos se basa su popularidad. Con el lema “Tu mundo, tu imaginación”, Second Life parece el lugar indicado para fanatizar. Su creador, Cory Ondrejka, explicó en Escapist Magazine: “Está lejos de ser un juego de rol tradicional, es más flexible: los usuarios pueden crear sus objetos como si fueran legos inteligentes”. Y pone un ejemplo: “En el mundo real podés interesarte por la física, pero en nuestro mundo, si querés, directamente podés trabajar con átomos. Nosotros no confrontamos con la energía creativa de nuestros residentes, sino que dejamos que su imaginación sea el mayor motor”. El sofisticado sistema de relaciones del juego llegó a armar una estructura económica propia, con rédito real: los usuarios pueden crear objetos para el mundo virtual que se pueden comprar y vender. Para eso, ya existen los Linden Dollars, que se cotizan a razón de 250 por dólar real y que en el último año ya movieron 5 millones de dólares, tanto que llamaron la atención de la revista Forbes. En el caso de Donna, su avatar (dibujo con el que se representa a sí misma) ya se puede comprar: ella gana dinero y las acciones del Linden Lab se incrementan. En una nota reciente, la revista Wired citó otros casos de personas que generan dinero real desde sus changas virtuales: Jennifer Grinnell, una repartidora de muebles de Michigan, que hoy diseña objetos dentro de la sociedad de Second Life y gana cuatro veces más que con su trabajo anterior. O Tony De Louise, que se convirtió en corredor inmobiliario del juego y hoy bromea: “Ahora trabajo desde casa, puedo cuidar a mi bebé y puedo llegar a una reunión de gerencia vestido de sirena”. Con tantos beneficios, queda por preguntarse si Donna y sus amigos están sanos o pasan los límites de la cordura. Luis Minuchín, miembro de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, dice: “Es común encontrar en quienes viven estas vidas virtuales a personas que no han consolidado una estructura adulta completa. Juegan como los chicos, en mundos imaginarios donde pueden ser policías, ladrones o sus propios padres”. Según el psicólogo, este mundo ilusorio es normal en los niños, pero cuando se da en los adultos es por “una necesidad de huir del mundo real, de no enfrentarse con las frustraciones que genera”. En ese sentido, y como decía Freud, los personajes de las “imaginaciones en potencia”, serán distintos: para los varones estarán relacionados con hombres poderosos o adinerados, y para las mujeres con la belleza, la dulzura y la maternidad. ¿Cuál es el límite entre el juego y la locura entonces? “Cuando se pierde el límite entre la fantasía y la realidad”, responde Minuchín. “Uno puede tener la fantasía de jugar como Maradona, pero si, por creerse Superman uno se tira de un cuarto piso, está en problemas: ya pasa a ser un sicótico, como aquel que se cree Napoleón”. Y, según el profesional, hay otros dos límites peligrosos: cuando tantas horas de juego impiden otros contactos sociales o cuando se transforma en una adicción. De hecho, se calcula que en Estados Unidos entre el 5 y el 10% de los usuarios de Internet son adictos.
Las imágenes son de http://seconlife.com

Postales de la vuelta a la Universidad


Ayer fue el primer día de clase de este, mi segundo año en la indescriptible sede de Ciencias Sociales de la UBA.
Llegué temprano de modo que si bien había muchísima gente, pude chequear la asignación de aulas y no me perdí entre la atiborrada multitud.
Y heme aquí, sentada en el pupitre del aula donde algún ente original habia dejado una hoja de tilo bien verde sobre cada asiento (arrancadas supongo, de los tilos de la calle). Debían ser los únicos elementos verdes en un lugar donde, por tradición ideológica, abunda el rojo.
Todavía quedaban unos minutos para el inicio de la clase por lo que me dediqué la excitante tarea de mirar la pared, asombrosamente desnuda de carteles, los que se van reproduciendo por generación espontánea a medida que avanza el año. De modo que lo que saltaba a la vista, pintado con aerosol negro y con letrógrafo, era el aviso:
POR FAVOR
MANTENER LIMPIO
DE IDEOLOGIAS
Una quimera... al menos en la nunca bien ponderada sede de Sociales...

12 marzo 2006

La memoria en el café


El viernes me enteré por un noticiero que el Bar "El Británico" corre peligro de cierre definitivo pues no les quieren renovar el contrato de alquiler a sus tres dueños, tres gallegos que además de llevar adelante el bar son también sus mozos.
Hace muy poco hablaba yo del gusto especial por este café en uno de los posteos de este blog.
Me daría muchísima pena si el cierre se llevase a cabo. Ya con la sola visión del informe del noticiero sobrevino una nostalgia seguramente muy similar a la que han de sentir los viejos más allá de los 80 años... cuando parece que sólo miran hacia atrás o hacia adentro...
Estoy lejos de esa edad y, sin embargo, siento esa misma humedad en el alma y me sostengo con sólo saber que las cosas que ya existían en la patria que es mi infancia siguen ahí, firmes como un mojón en el camino. No quiero exagerar, pero si lo cierran estimo que yo al menos, con esta sensibilidad particular hacia lo de antes -en peligro de perderse-, lo sentiría como una verdadera tragedia.
Ojalá las acciones que llevan a cabo los vecinos y una eventual intervención de la ciudad en favor de la conservación de su historia, permitan que El Británico siga ahí, eternamente en la esquina de Brasil y Defensa, con tanto duende y fantasma como el Parque Lezama.

Suicidios.net

Es llamativa la noticia sobre la Red de Suicidios del Japón, que usa internet para concertar la forma, día, hora y lugar para morir.
Me resulta no solo llamativa la información, sino que además me recuerda a uno de los padres de la Sociología, Emile Durkheim, quien en su momento llevó a cabo un pormenorizado estudio del fenómeno suicida.
La revista Noticias, que a su vez tomó la información de la Veja brasileña, apunta:
“Son jóvenes de entre 20 y 40 años que, aparentemente sin coraje suficiente para quitarse la vida solos, recorren las salas virtuales para encontrar personas que compartan el mismo objetivo.”
Antes de siquiera leer superficialmente sobre el tema, yo hubiera afirmado –en mi ignorancia- que el suicidio (fuera de los conocidos pactos de sectas religiosas) era más un hecho con raíces íntimas e individuales antes que un fenómeno colectivo.
Hesse pone algunas tesis en “El lobo estepario” cuyo protagonista, Harry Haller de 47 años ha puesto plazo fijo a su vida, a ser cortada de un navajazo a los 50. (Ocurrencia que, por otro lado, le ayudaría a soportar mejor la existencia de los tres años restantes, con todas las incomodidades que éstos pudieran traer, dado que muy pronto llegaría la salida.)
Hesse afirma que
“es erróneo llamar suicidas sólo a las personas que se asesinan realmente. Entre éstas hay, sin embargo, muchas que se hacen suicidas en cierto modo de casualidad y de cuya esencia no forma parte el suicidismo. Entre los hombres sin personalidad, sin sello marcado, sin fuerte destino, entre los hombres adocenados y de rebaño hay muchos que perecen por suicidio, sin pertenecer por eso en toda su característica al tipo de los suicidas, en tanto que, por otra parte, de aquellos que por su naturaleza deben contarse entre los suicidas, muchos, quizás la mayoría, no ponen nunca mano sobre sí en la realidad.”
Más allá de una taxonomía de los suicidas, como la que quiere establecer Hesse o como la que llevó a cabo Durkheim en su momento, “los estudiosos arriesgan la hipótesis de que los jóvenes japoneses quieren transmitir el mensaje de que la culpa por su desesperación es de la sociedad.” Si ánimo de ofensas, pero me parece una hipótesis a la que no le veo mucho fundamento, o al menos es una generalización o un reduccionismo.
Sea por desesperación o sinsentido, sea como mensaje, sea que se matan por vacíos o por llenos, por problemas mentales, por abuso de tóxicos, por pérdidas, dificultades para relacionarse o aislamiento social, la particularidad de los suicidas japoneses es que buscan sitios web o blogs con instrucciones para suicidarse, con sugerencias de venenos o métodos indoloros. Toda una literatura de “¿autoayuda?” o de “hágalo Ud. mismo” suicida.
Y en todo caso, aquella condición aislamiento, aquélla nota de extrema individualidad, aquella imagen de soledad que yo como otros, románticamente, le endilgábamos al suicida, deberá ser revisada. Pues en Japón al menos, los suicidios se pactan colectivamente.
El año pasado, un día antes del 10 de Septiembre, día mundial para la prevención del suicidio, la Organización Panamericana de la Salud tiró un impresionante dato arriba de la mesa: el suicidio es ya responsable de más muertes al año que las producidas anualmente por el conjunto de todos los conflictos bélicos que asolan el planeta. La
OPS/OMS señala que el suicidio es una de las tres principales causas de mortalidad en todos los países del mundo entre personas de 15 a 34 años de edad. Estimados de la OPS/OMS indicaban que en el año 2000 murieron por suicidio aproximadamente un millón de personas. Pero la organización también enfatiza el hecho de que ese mismo año, un número de personas entre 10 y 20 veces superior intentaron cometer suicidio, representando con ello una muerte por suicidio cada 40 segundos y un intento de suicidio cada 3 segundos en promedio, respectivamente.
El número anual reportado en el mundo equivale a la cifra completa de las víctimas mortales de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos, cada día del año; o el equivalente a una cifra tres veces mayor que la pérdida catastrófica también de vidas causada por el tsunami asiático de diciembre del 2004. Lo que hace del suicidio una catástrofe silenciosa.
En América las tasas de suicidio crecen. Países paradigmáticos: EEUU, Colombia, México. Mundialmente Japón se ubica en 5º lugar en el ranking de suicidios de la OMS, precedido por China, India, Rusia y EEUU aunque, claro, con población mucho menor a la de estos países. Llaman la atención las
tasas altísimas de suicidios que registran los países de Europa del Este, especialmente de la ex URSS. Y siempre con mayoría de varones sobre mujeres.
Difícilmente pueda emitir opinión sobre un tema tan poco opinable. Apenas si puedo atinar al asombro ante los datos. Hablando fríamente, podría decir que son en cierto punto entendibles las cifras en países con altos niveles de conflicto político, bélico o social, así como países con regímenes opresores o que han salido de una opresión (comunismo) para meterse en otra nueva. El suicidio se entiende también en los países con índices de extrema pobreza: los países de suicidio por vacío.
Pero asombra ver que es un fenómeno en alza en los países donde los ciudadanos podrían únicamente quejarse “de llenos”.
Todo un tema.

10 marzo 2006

El plástico que mueve al mundo (¿y permite disfrutarlo?)


"¿Puedo disfrutar aún más de mi mundo?
Sí. Con The Gold Credit Card de American Express."
El textito apela al deseo de disfrute de quién sabe quiénes, desde un banner que invita a conocer más sobre este "mundo de posibilidades" y aparece, paradójicamente, a un lado de una noticia que intentaba leer en la edición de Internet de Clarín del viernes (by the way, sobre un suicidio colectivo en Japón, tema que me llamó tanto la atención, no por morbo sino por ese espíritu sociológico que me guía por los caminos de Durkheim, y que me llevó a escribir el post Suicidios.net)
Me puse a pensar, más allá del appeal que -se sabe- debe tener un mensaje publicitario, que la frase resulta algo exagerada a la luz de las reflexiones sobre sentido de la vida, existencia auténtica, etc, etc.
Sí, es exagerado para los -espero muchos- que consideramos que el mundo no es únicamente disfrutable con un plástico... es mucho más amplio, rico y en su variabilidad todavía ofrece cosas que no tienen precio...
Para todo lo demás, existe MasterCard... o American Express... jeje
(Espero se me disculpe el chistecito idiota. A propósito, la blogger aclara no ser una planta epífita ni vivir del aire. También yo pago en "metálico" o "plástico" la leche y cereales que compro en el supermercado chino, los boletos de subte o colectivo, el alquiler y los gastos de la casa. Pero es que, no sé por qué subterráneo ánimo antisistema me dio por criticar el avisito.)

09 marzo 2006

Reencuentro con lo propio



Hoy de casualidad, antes de salir, tomé un libro al azar. Un libro ya leído: mi finalidad era hojearlo brevemente en el viaje al trabajo.
Y resultó ser "Demian" de Hermann Hesse. Sólo leí lo que tenía marcado con lápiz desde la primera lectura que hice, hace unos años... y encontré que los pasajes se relacionaban sorprendentemente con los pensamientos que rondan en mi cabeza de un tiempo a esta parte... Se relacionan con el posteo de "Ser para las posibilidades", especialmente con los conceptos heideggerianos de "existencia auténtica" e "inauténtica".
Van unos fragmentos:
"No soy un hombre que sabe. He sido un hombre que busca y lo soy aún, pero no busco ya en las estrellas ni en los libros: comienzo a escuchar las enseñanzas que mi sangre murmura en mí. Mi historia no es agradable, no es suave y armoniosa como las historias inventadas; sabe a insensatez y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que no quieren mentirse más a sí mismos.
La vida de todo hombre es un camino a sí mismo (...). Ningún hombre ha sido nunca por completo él mismo; pero todos aspiran a llegar a serlo, oscuramente unos, más claramente otros, cada uno como puede. Todos llevan consigo, hasta el fin, viscosidades y cáscaras de huevo de un mundo primordial. (...) Todos tenemos orígenes comunes: las madres; todos nosotros venimos de la misma sima, pero cada uno -tentativa e impulso desde lo hondo- tiende a su propio fin. Podemos comprendernos unos a otros, pero sólo a sí mismo puede interpretarse cada uno."
"Las cosas que vemos (...) son las mismas que hay en nosotros. La única realidad es la que en nosotros tenemos, y si los hombres viven tan irrealmente es porque aceptan como realidad las imágenes exteriores y ahogan en sí la voz de su mundo interior. También se puede ser feliz así; pero cuando se llega a saber lo otro se hace ya imposible seguir el camino de la mayoría. El camino de los más es fácil, Sinclair; tan fácil como penoso el nuestro. Caminemos."
"La comunidad -continuó diciendo- es algo muy bello. Pero lo que ahora vemos florecer por todas partes no es la comunidad verdadera. Esta surgirá, nueva, del conocimiento mutuo de los individuos y transformará por algún tiempo el Mundo. Lo que hoy existe no es comunidad: es, simplemente, rebaño. Los hombres se unen porque tienen miedo unos de otros, y cada uno se refugia entre los suyos. Los señores, en su rebaño; los obreros, en el suyo; los intelectuales en otro... ¿Y por qué tienen miedo? Se tiene miedo cuando no se está de acuerdo consigo mismo. (...)
Todos los hombres buscaban la "libertad" y la "felicidad" en un punto cualquiera del pasado, sólo por miedo a ver alzarse ante ellos la visión de la responsabilidad propia y del singular propio camino."
Luego hay un trozo de diálogo hermosísimo, muy humano, que también marqué porque, incluso en momentos de desespero, habla de un deseo que me pareció tan común a todos:
"-¡Qué alegría! -exclamé besando sus manos-. Me parece como si toda mi vida hubiese estado navegando hacia aquí y por fin hubiese llegado a puerto.
Sonrió maternal:
-Nunca se llega a puerto -dijo afablemente-. Pero cuando dos rutas amigas coinciden, todo el mundo nos parece, por una hora, el anhelado puerto."
Imagen: Autorretrato (1938) del pintor cubano Wilfredo Lam

08 marzo 2006

Cuento Corto: El ignoto pasajero


A veces se me ocurren cantidad de ideas tontas mientras viajo, mientras camino por la calle. La visión de alguna cosa particular me da pie a encadenarla en una sarta de pavadas que terminan en relatos como el que sigue... Le conté brevemente el argumento a Mariana y le pareció triste y deprimente... Ahora que lo veo escrito a mí hasta me parece ingenuo y bobo... pero aquí está. No voy a borrarlo.
EL IGNOTO PASAJERO
José era un hombre común, con un trabajo común y una rutina gris.
Vivía solo y era escaso su contacto con otros humanos. Rutina de escasez social que apenas se matizaba por las forzadas relaciones con compañeros de trabajo, saludos al portero del edificio o consultas a la cajera del supermercado chino de su barrio o al empleado del ministerio/oficina pública. Todos los días se levantaba a la misma hora y tomaba el subterráneo para llegar a la oficina.
Aquél día había sido tan rutinario como los demás. José se alistó para regresar a su solitaria vivienda. Tomó el Subte en el Obelisco. Al descender a la estación quiso, en un acto cuasi involuntario, observarse en el gran espejo que se encuentra frente a los molinetes de ingreso. No se vio. Vio reflejado todo el ajetreo y la multitud que a esa hora pasaba frente a él. Pero no pudo ubicarse en esa imagen que devolvía el espejo. De cualquier modo no tuvo demasiado tiempo para detenerse y buscarse minuciosamente a sí mismo dentro de la escena, porque la misma muchedumbre lo empujaba a insertar rápidamente la tarjeta y pasar de una buena vez a los túneles.
Siguió su camino. Lo afectó un tanto aquella experiencia de ausencia en el espejo, pensamiento que fue inmediatamente desplazado por la visión de un hombre que miraba una imagen de la Virgen de Luján que se halla en una columna de la estación. Apenas pudo, en la vorágine, echarle una mirada intentanto dilucidar cuál sería la carga de ese hombre, pues el gentío lo impulsaba a seguir caminando. Se compadeció brevemente del piadoso. Una especie de empatía o relación forzada lo hacía sentir cercano a aquel hombre. ¿Sentiría lo mismo que él, José, que cargaba con sus propias desdichas y la ignorancia e indiferencia totales de los demás? Él a quien tanto le pesaba a veces su retiro, su clausura, ese ostracismo involuntario en el que vivía. O sobrevivía...
Tomó normalmente la formación. Viajó en un vagón atestado de gente, lo que por otro lado era común en aquel horario.
Finalmente llegó su estación de destino. Bajó casi expulsado por la gran cantidad de gente que se atiborraba en el tren. Sintió alivio en el andén. Ya solo quedaba tomar la escalera mecánica más próxima y nada... llegar a su casa. No recordaba aquél túnel y aquella escalera en particular. Si hasta le pareció que se trataba de una nueva salida. Lo que por otro lado era altamente probable, pues los subterráneos estaban en permanente refacción...
Y entonces, sucedió lo insólito... Mientras José subía, aquella escalera no mostraba signos de finalizar. La pendiente parecía nunca acabar, no se observaba que los escalones se insertaran, horizontales, en ningún umbral superior... Al cabo de unos minutos -imposibles, increíbles minutos- José desesperó. Miró hacia adelante y detrás suyo. Nadie. Solamente una sucesión infinita de escalones arrastrándose en una pendiente infinita que lo llevaría a ningún lado. Pero no gritó, ni se agitó. Se sentó a esperar como había esperado siempre...
Nunca más nadie supo nada de José. Nadie lo reportó desaparecido. Nadie reclamó por él. En su oficina el "caso José" fue entendido como "abandono de trabajo". Y aquella sociedad que lo ignoró toda su vida o, en el mejor de los casos, lo proscribió, también fácilmente lo olvidó.
De la escalera infinita no se tuvieron mayores reportes. De personas desaparecidas en la estación Pueyrredón, donde desapareció José, tampoco.
© Claudina González - 2006
Imagen: RENE MAGRITTE Portrait d'Edward James (1937)

05 marzo 2006

Los Cafés


Hoy me dio por escribir sobre los cafés...
Representan, entre la variedad de espacios que ofrece el mundo, una de las opciones donde más disfruto pasar mi tiempo. Como todos, soy animal de costumbres. Como algunos de esos "todos", soy animal de café.
Quizá la mejor definición sobre la atracción que ejercen los cafés sobre determinadas personas la dio Cortázar (otra vez Cortázar al rescate de mi pauperismo de palabras) cuando, en Rayuela, dice que los cafés "son el territorio neutral para los apátridas del alma, el centro inmóvil de la rueda desde donde uno puede alcanzarse a sí mismo en plena carrera, verse entrar y salir como un maníaco, envuelto en mujeres o pagarés o tesis epistemológicas, y mientras revuelve el café en la tacita que va de boca en boca por el filo de los días, puede desapegadamente intentar la revisión y el balance, igualmente alejado del yo que entró hace una hora en el café y del yo que saldrá dentro de otra hora. Autotestigo y autojuez, autobiógrafo irónico entre dos cigarrillos. - (Rayuela, Cap. 132)
Entre los tradicionales, los que realmente tienen "duende", están el Tortoni, el London City y La Embajada del Café sobre la hermosa Avenida de Mayo; el Richmond sobre Florida, El Gato Negro (sobre Avenida Corrientes con su aroma de cafés y de especias raras ubicadas en anaqueles eternos) y el Bar Dorrego con sus maníes, aunque para mí perdió algo de encanto por volverse -él mismo o el sitio donde está emplazado- demasiado for export. En ese sentido es más auténtico el Bar Británico en la esquina de Brasil y Defensa, que ya se sale un poquitín del circuito más transitado. Hay que ir con amor, o como mínimo con tolerancia, hacia la vetustez... Hace algo más de un año fuimos con un grupo de estudio de la universidad a discurrir sobre un trabajo que debíamos presentar y el lugar estaba bastante sucio... con manteles manchados y algo descuidado. Pero haciendo los remilgos a un lado, no dejó de ser mágico. Además la escena transcurrió en una de esas estaciones del año en las que el sol se presenta como un regalo... no sé si era un sábado o domingo muy soleado de otoño o de la primera primavera, cuando el sol se muestra generoso con los bichos que caminamos por la superficie de la tierra y se ofrece a calentarnos un poco. De modo que el Parque Lezama estaba iluminadísimo, lleno de gente y de puestos de venta de casi cualquier cosa que uno pudiera imaginarse. Y entonces, la oscuridad del Británico se hacía llevadera por la promesa de afuera, una vez que nos pusiésemos de acuerdo los del grupo de estudio, claro.
Este es mi pequeño homenaje a los cafés de Buenos Aires y de cualquier ciudad, refugio de tantas cosas, entre otras, de ese desamparo que nos inunda a veces...
Haciendo click en el vínculo del Bar Británico resaltado en el texto, podrán leer una hermosa nota de Página/12 sobre el Parque Lezama y el Bar.
Para ver más "notables": Hipopótamo Bar, según la guía de restaurantes y bares "Óleo".
Otra buena guía para llevar a cabo el plan de ir conociendo la mayor cantidad posible de cafés y bares tradicionales de Buenos Aires, es la del sitio de turismo del Gobierno de la Ciudad.
Las fotografías -luego puestas a modo de collage o montaje para lo cual no tengo habilidad alguna- son de la página del Gob. de la Ciudad, citada arriba.

02 marzo 2006

Ser... para las posibilidades.


En enero comencé un curso sobre Filosofía y Poder en Nietzsche, Hegel, Marx y Heidegger a cargo de José Pablo Feinmann.
Comenzando ya el último módulo en marzo, empezamos a tratar a Heidegger, el filósofo que más me interesaba en este curso pues era el que yo nunca había abordado en absoluto.
Y resultó que las aproximaciones que dio Feinmann sobre Heidegger y su obra cumbre "El ser y el tiempo" en algo se relacionaban con las inquietudes del posteo anterior y el comentario que "Dossier" realizó allí. Y la clase me resultó particularmente esclarecedora.
Heidegger usa el término Dasein que a veces se traduce como existencia, pero no se refiere a cualquier tipo de existencia en general sino al hombre en particular. El ser humano como único ente que se pregunta por su ser. Por el sentido del Ser.
Lo propio de esta existencia (el hombre) no es lo que ya es, sino su PODER SER.
El hombre es ser en tanto proyecto. Vive en estado de posibilidad. Está "arrojado" a sus posibilidades.
Desde Heidegger el concepto de "tiempo" se reformula. Como dice Ferrater Mora: "Es la temporalización del ser del hombre como preocupado por su propia posibilidad de ser."
Al hombre le es consustancial el tiempo. Tiene una apertura temporal en ese arrojo a sus "posibles" que están en su futuro.
Lo cierto es que, entre todos sus posibles hay uno, EL posible: la muerte. Y es según la actitud frente a ella que Heidegger distingue entre el existente auténtico (el que asume sus conductas de cara a la muerte en el sentido de que ésta le da densidad a los actos del hombre) y un existente impropio o inauténtico que ante la perspectiva del final ineluctable, se aturde con habladurías, "escribidurías... (yo agregaría "consumo", "desenfreno" y otras tantas actividades que logran ponerlo fuera de sí, para no recordar lo que le espera: la posibilidad de todas sus posibilidades, el final).
Hasta aquí lo que pude deglutir de Heidegger...
Ahora pensando desde esta clase del curso, en retrospectiva, sobre la patología de la que hablé y que reconozco en este momento particular de mi vida, pensando en los comentarios hechos al posteo "Homo viator", etc., sólo me surgieron preguntas y ninguna certidumbre.
No querer decidirse, huir a cualquier cierre de opciones y buscar siempre estar abierto a las muchas posibilidades que presenta la vida... ¿es anormal? Probablemente sea una postura inmadura. Reconozco mi inmadurez a pesar de los 28 años que acusa mi documento. Probablemente mañana quiera optar, y me sienta feliz en la opción aún dejando otras posibilidades atrás.
Hoy, y ya que aprendí gracias a Herr Heidegger, que los humanos somos "seres para la muerte", prefiero aprovechar y vivir el resto de las posibilidades antes que llegue LA posibilidad.
Y aunque no pueda vivirlas a todas (cosa por otra parte, imposible), me satisface de igual manera saber que las posibilidades están ahí. Aunque no pueda tocarlas. Pero están ahí, como posibles de un futuro sobre el que estoy ansiosa por arrojarme.
Seguramente esto podrá cambiar con el tiempo. Pero la llegada de ese momento también es -todavía- apenas una "posibilidad en el futuro".
Imagen: Le Soleil, de Max Ernst