21 septiembre 2006

Printemps

Primavera.
Sorprende la intermitente candidez de la gente de esta ciudad.
Ya hace unos días, las vidrieras de negocios, cafés y bares, se llenaron de flores de papel pegadas, algunas con cierto arte otras con más tosquedad.
Hoy el 29 pasó por una verdulería de Abasto que, entre los cajones de zapallitos, zanahorias y lechugas, colocó grandes ramos de fosforescentes flores de tela.
Yo estaba con un ojo en "Cosmos" de Gombrowicz (lectura que retomé luego de un abandono hace unos meses, por haberme perdido en el laberinto descriptivo de vidas de campiña polaca), pero el otro ojo se empeñaba en ver por la ventanilla del colectivo.
En la radio, que el chofer escuchaba a buen volumen, estaban sondeando entre los oyentes cuál sería la canción más representativa de reuniones de picnic con guitarra y ronda... Y muchos tiraban ideas... mucho Sui Generis... la más votada: "Canción para mi muerte" (muy ad hoc, muy primaveral).
Sonó en la radio.
En el asiento de adelante un hombre cantaba a dúo con la radio: "...se fueron desvaneciendo como pompas de jabón, te encontraré una mañana dentro de mi habitación y preparás la cama para dos..."´
El 29 siguió su recorrido.
Sobre la calle Viamonte, un hombre llevaba 2 ramos de fresias.
Avenida Corrientes, en el puesto de flores que queda cerca de la librería Lucas, un hombre de aire simple y con cierta ingenuidad compraba 3 rosas pero envueltas separadamente. Era bajo, flaco, calvo... vestido con una camperita raída. Y me imaginé que las flores serían para "las chicas de la oficina" o del ministerio, con las que esperaba quedar como un galán.
Bajé. En la esquina de Sarmiento y Esmeralda, la chica que vende fundas para celulares y convenientes paraguas cuando llueve, tenía hoy una canasta llena de ramos de flores. Vendedora de ocasión.
En todo el recorrido me acompañaron en la mente palabras como simplicidad, ingenuidad, candor, sencillez, que contrastaban con la sórdida brea que la ciudad acostumbra ofrecer. Pero (y aquí peleo contra mi escasa capacidad para pintar bien lo que siento) esa simplicidad, ese candor primaveral se me hacía terriblemente triste y pobre. En el fondo, ilusionará a los partícipes (el hombre de la camperita, los verduleros, las chicas de la oficina, el hombre que canta a Sui Generis...) A mí estas imágenes me mostraron cierta fragilidad...
Tonterías mías. Como siempre.

19 septiembre 2006

Hungría salió a la calle


Ayer cuando me enteraba de la noticia, venían a mi mente nuestros 19 y 20 de diciembre de 2001.
Pensé que a pesar que somos apenas marionetas cuyos hilos son siempre manejados por un poder inasible (conocido de algún modo, pero desconocido en muchas otras formas), tenemos la posibilidad de la resistencia y la protesta.
Muchas veces yo misma me he preguntado si tomar la calle sirve... Muchas veces cuestioné la efectividad de estas acciones... Algunas veces sondeé a otros y creo que todos convergemos en lo mismo... probablemente, como dice el ahora cuestionado Gyurcsany, la calle no sea la solución. ¿Pero qué otra cosa queda a los del llano? ¿De qué otra manera se puede conseguir esa visibilidad, esa especie de demostración de lucidez de las marionetas ante el titiritero de turno? Ese hacerle saber que los hilos no anulan completamente la voluntad y que hay acción limitada pero libre, y no solo reacción a los tirones de los "manejadores de los hilos".
No conozco mucho (por no decir nada) de la situación política y económica de Hungría. Sólo lamento que la "pifiada" de los socialdemócratas haya dado pie y otorgado cierta razón a la sinrazón y la reacción de la ultraderecha. Justamente esa ultraderecha que debe defender el ajuste bestial tanto como el primer ministro en cuestión...
Los imperativos de la Unión Europea son a Hungría lo que el Fondo fue a nuestro país... Y así seguimos. Seguramente Hungría ingresará a la tónica de la UE. Seguramente muchos húngaros sufrirán ese ingreso en carne propia. Seguramente pasen siglos, y la única herramienta para expresar la disconformidad de todos los que no están de acuerdo con el statu quo, para no sentirse tan ajenos al propio destino, sea tomar la calle. Porque, está bien Gyurcsany, "la calle no es la solución", pero tampoco la causa del conflicto y la crisis.
El conflicto y la crisis son efectos de los juegos del poder con los que somos apenas peones. Ese poder invisible pero global y omnipresente. Devorador.
Para el que no se haya interiorizado mucho, una síntesis de lo que pasó ayer en Budapest.
El problema comenzó el domingo pasado tras la difusión de una grabación en la que el primer ministro socialdemócrata Gyurcsany admitió haber mentido "mañana, tarde y noche" sobre la marcha de la economía para poder ganar las elecciones de abril pasado.
Gyurcsany reiteró que no renunciará y anunció que convocó a una sesión de emergencia del Gabinete de Seguridad Nacional.
"La calle no es la solución, sino que, por el contrario, causa conflicto y crisis. Nuestro trabajo es resolver el conflicto y evitar una crisis", dijo el premier a la agencia de noticias estatal MTI.
Los manifestantes se reunieron originalmente frente a la sede del Parlamento para rechazar un duro plan de ajuste económico dispuesto por el gobierno para reducir el déficit del presupuesto.
Pero luego se dirigieron a la sede de la televisión pública, adonde algunos manifestantes llevaron una proclama para que fuera transmitida sin censura, pero en la puerta del edificio comenzaron los disturbios más graves.
En su defensa, Gyurscany argumentó que sólo trataba de convencer a su propio partido de la necesidad de realizar reformas urgentes y amplias y de cambiar la cultura política.
Gyurcsány, en un audio emitido por la radio pública "Magyar Rádió", dijo ante la directiva del gobernante Partido Socialista el 26 de mayo en Balatonoszod, junto a lago Balaton, que "mentimos durante un año y medio" sobre la situación económica del país y afirmó que lo sucedido en Hungría es algo "nunca visto en la Unión Europea".
El primer ministro también aseguró a sus correligionarios que la economía se mantuvo a flote por la "divina providencia" y "cientos de engaños". "Lo hicimos todo en secreto para que no se publicara nada antes de las elecciones", admitió Gyurcsány en la grabación.
Las formaciones de centroderecha Fidesz, Partido Democristiano y Foro Democrático pidieron la dimisión de Gyurcsány por razones éticas, ya que –afirman- no puede seguir en su puesto tras mentir al electorado. La prensa local informó también que entre los manifestantes hubo representantes de diferentes organizaciones de la extrema derecha, como el Frente Nacional Húngaro y numerosos cabezas rapadas.
Gyurcsány y su gabinete fueron reelegidos en las elecciones legislativas de abril y comenzaron su mandato con el anuncio de duras medidas de ahorro para consolidar la economía del país y reducir el elevado déficit presupuestario. A su vez, está previsto que la deuda pública alcance este año el 67,9 por ciento para incrementarse al 72,7 por ciento en 2008. Para cumplir con los criterios de convergencia de la UE, el Gobierno de Budapest ha introducido nuevas cargas impositivas para poder ingresar en la fase previa al ingreso al euro (ERM II) entre 2007 y 2009 y adoptar esta moneda entre 2009 y 2011.

Imagen: Goya, Saturno devorando a sus hijos, 1819. Museo del Prado.

12 septiembre 2006

Palabras...

Sorpresa hojeando una revista en la sala de espera de un consultorio: Una nota a Helmut Ditsch, pintor "hiperrealista" (según creía yo por algo que había leído sobre él, alguna vez), pintor "posmedial" como se denomina él mismo, así que tomo la segunda descripción.
De la nota (que puede leerse completa haciendo click aquí) pude rescatar dos frases, en esa lectura diagonal que permite la situación de sala de espera (lectura entre interesada y apurada o devorada, pues no se sabe en qué momento -que suele ser precisamente el momento de lectura más atrayente- suena el apellido de uno).
Transcribo:
"Supe que no tenía que demostrarle nada a nadie y me convertí en una persona feliz"
"Yo creo en la evolución. Más que un revolucionario, soy un evolucionario. Intento no romper tradiciones, sino sumarlas y darles la chance de que evolucionen."
Me pareció interesante y con mucho contenido para desgranar eso de ser evolucionario, en lugar de revolucionario...
Imagen: Helmut Ditsch, "Das Meer I", 2004
Más en www.helmut-ditsch.com

11 septiembre 2006

Otra historia de Diario con escaso comentario (mío)

Es tan hermoso el contenido de este artículo publicado en Página/12 de hoy, y tan justas y bellas las palabras elegidas por Sasturain, las propias y las que cita, que simplemente me remito a copiar partes del texto para que eventualmente los que no lo leyeron directamente del diario, puedan acceder a él desde aquí.
Además es más que interesante la diferencias de concepciones de oriente y occidente en lo que concierne a este tema.
No más palabras huecas mías. Va el artículo:

Los dientes del tiempo

Por Juan Sasturain
“Si el tiempo no ataca a la obra,muerde al obrero.” Estelas, Victor Segalen


Hace unos meses, la noticia era que se desmoronaban tramos de la mítica muralla china: las lluvias, cataclismos puntuales; el tiempo y sus avatares, en suma. Ahora, según cables fechados en Pekín la semana pasada, la pagoda de madera de Yingxian, la más alta del mundo en su tipo, ha comenzado a emular a la torre de Pisa y se inclina, se viene pausadamente abajo sin que los expertos sepan cómo evitarlo.
Erigida hace 950 años durante la dinastía Liao (916-1125), la osada estructura octogonal tiene la excepcional particularidad de estar construida íntegramente de madera sin utilizar un solo clavo. Ubicada en el templo budista de Fogong, en la provincia norteña de Shanxi, la pagoda es apenas más alta que la emblemática torre italiana: 67,31 metros de altura y nueve pisos (cinco visibles desde el exterior y cuatro ocultos). La construcción lleva el nombre de Sakyamuni, fundador del budismo, y sus muros interiores están decorados con estatuas y pinturas de Buda que son fundamentales –dicen los que saben– para estudiar la religión y las técnicas de grabado de la dinastía Liao.
Aunque en los últimos siglos ha soportado y superado terremotos, tormentas, relámpagos y guerras, en la actualidad la supervivencia –unida a su condición vertical– de la estilizada torre de madera está amenazada a plazo más o menos fijo. Mientras, a la espera de que el ángulo de inclinación no difiera muy aceleradamente de los noventa grados clásicos del equilibrio, una brigada de bomberos sigue vigilando la pagoda las 24 horas del día para defenderla de otra de sus mayores amenazas: el fuego.
Los expertos encargados de neutralizar la falsa escuadra y evitar que la pagoda se venga cada vez más en banda –según puntualizan los mismos cables– se debaten entre tres opciones: desmantelarla y reconstruirla usando la madera y la técnica original, elevar los tres primeros pisos para fijar los dos inferiores (que son los que más se han inclinado), y reforzar las partes dañadas con estructuras de acero. La opción escogida será probablemente una combinación de las tres alternativas. Ninguna de ellas, estamos seguros, responderá al espíritu con que la pagoda fue construida: no provocar al tiempo ni desafiarlo sino ofrecerse dócilmente a él. Como ya lo explicó alguna vez y para siempre el malogrado Victor Segalen en palabras perfectas –ellas sí inaccesibles a los estragos del tiempo–.
Quien me reveló las maravillas del médico naval y arqueólogo francés que descubrió China y se dejó conquistar por ella hace casi un siglo fue el pintor Daniel Santoro. Primero descubrí, en un catálogo o en un libro suyo dedicado a la estética y a la gráfica peronista, la memorable cita del acápite: “Si el tiempo no ataca a la obra, muerde al obrero”. Después, la única vez que fui a su taller, conversamos, con Santoro, entre otras cosas y entre otros signos e ideogramas, de esa cita luminosa, de los chinos y del maravilloso Segalen. Fue una verdadera revelación poética y filosófica que ahora, con la historia de la pagoda de madera encastrada que parece que se viene cayendo y que se cae, vuelve con la belleza de sus sordos ruidos.
Victor Segalen (Brest, 1878) publicó los poemas en prosa de Estelas (Estèles) en 1912 en Pekín, donde estaba en misión oficial primero como médico militar, luego como arqueólogo y expedicionario. De regreso a París, realizó una edición aumentada de 64 textos, la definitiva, que dedicó a Paul Claudel, y retornó a Oriente. Volvería a Europa sólo para morir.
Es que China, toda la cultura china, lo conmovió. Segalen comprendió enseguida –como le sucedió por entonces a Pound en el campo de la expresión poética– que ahí había otra cosa, otra manera de ver y concebir el mundo que no era la del trágico Occidente. Siguió su trabajo de iluminación con Pinturas (Peintures), que apareció en 1916, y el extenso poema Tibet que se publicará, como el resto de su escasa obra, tras su muerte en la oscura Huelgoat, en 1919.
Segalen no tuvo contacto con el pobre Apollinaire o con el manco Cendrars (para nos salir de la lengua francesa ni de los obuses de la época), pero junto a ellos y desde otro lado dejó una obra extraordinariamente original previa a que estallaran primero Dadá y después la revolución surrealista en la inmediata posguerra.
Las luminosas 64 “estelas”, forma de composición “inspirada en esos monumentos limitados a una tabla de piedra erigida verticalmente que lleva una inscripción y cuya frente plana se incrusta en el cielo de China”, están distribuidas en el libro en seis series irregulares, según estén dispuestas “de cara” al Norte, al Sur, a Oriente, a Occidente, al Mediodía o colocadas “al borde del camino”...
La novena estela de las que dan cara al Mediodía se titula A los diez mil años y en tono admonitorio aconseja a “los hijos de Han” cuya sabiduría alcanza “diez mil años y diez mil veces diez mil años” no hacer lo que hacen “estos bárbaros (los occidentales) que descartando la madera, el ladrillo y la tierra, edifican en la roca a fin de edificar para la eternidad”, “veneran tumbas, cuya única gloria consiste en existir todavía, puentes célebres por ser viejos y templos de piedra demasiado dura... Se enorgullecen de que su cemento se endurece con los soles; las lunas mueren pulimentando sus losas...” No saben que “ninguna cosa inmóvil escapa a los dientes hambrientos de las edades” y que “la permanencia no es nunca el destino de lo sólido”. Para terminar: “Lo inmutable no habita en vuestros muros sino en vosotros, hombres lentos, hombres continuos...” Y ahí, en seguida, el verso hermoso, terrible: “Si el tiempo no ataca a la obra, muerde al obrero”.
Por eso, hay que alimentar al tiempo –dice Segalen por boca china o China a través de Segalen–. Hay que saciarlo con maderas pintadas, edificar en arena que ceda, arcilla húmeda, erigir bellos techos que han de derrumbarse, “acribillarán el suelo con sus escamas”.
La pagoda de madera de Yingxian, cansada de siglos, se inclina en callado, dócil asentimiento. No se cae; sólo vuelve a casa.

Historias de diario sin comentario

SOBREMESA
El muchacho vio que sería un robo sencillo: eran las diez de la noche del sábado y el joven que entraba al edificio de Moreno al 1400, en Monserrat, estaba desprotegido. Amenazando con un arma, entró con él al departamento que comparte con un amigo también universitario. El ladrón dejó que prepararan la cena, comió junto a ellos y se dio a una larga sobremesa sobre fútbol y música. A las cuatro y media de la madrugada, dio por concluida la velada. Ató a los dos estudiantes, eligió para llevarse un disco y una mochila, y se fue.
Fuente: Pirulo de Tapa, Página 12. 11 de Septiembre de 2006
Imagen: Velázquez, Vieja friendo huevos, detalle. 1618. Edimburgo, National Gallery of Scottland

06 septiembre 2006

Es increíble todo lo que puede entrar en un día

Ayer empezó con un viaje en taxi, intentos de leer algo sobre fascismo que es una clase que tengo que dar en grupo, hoy en la universidad, y el abandono de los apuntes para una conversación con el taxista sobre la triste mutilación de la Plaza Guadalupe (por la que pasamos) a manos del gobierno de la ciudad y quién sabe qué negociados en la licitación. Le quitaron mucho verde, le pavimentaron el alma y es una verdadera pena.
La mañana siguió con la entrada a un edificio donde tenía que ir a buscar algo del trabajo. El ineludible registro en la entrada, el control, la foto, el prontuario que seguramente debe marcar "inocente por ahora", la entrega de la tarjeta magnética. La leí. En relieve, en el plástico, decía HID corporation. Esperando el ascensor para ir al piso 10º tuve un breve, brevísimo pensamiento flash sobre las corporaciones. En un segundo superpuse pensamientos casi sin palabras. Pensamientos que, de tener que escribirlos ahora, me llevarían en su descripción muchos minutos. Lo que demuestra que el pensamiento va a velocidad luz y la palabra a pie. Al menos en mí. Pero en sintesis, viendo el relieve y la tarjeta de la HID Corporation que me permitía el paso a la otra gran corporación donde debía hacer mi trámite, recordé mi tonta candidez al pensar que el mundo era mejor apenas 20 años atrás, sólo porque yo era niña y no conocía su inmundicia. Pero estudiando, leyendo, escuchando, un día uno se levanta y se da cuenta que el mundo fue repartido hace añares y, oh sorpresa, uno ya nació con el mundo repartido y las cartas barajadas... Y que el cambio solo queda en aprontes y buenos deseos y que el futuro sólo consistirá en repeticiones de sí mismo.
Luego el encuentro con Carlos y Esteban, para ir a escuchar a Spinetta. Era lo que más esperé en todo el día. Lo que hizo el día más liviano.
Del recital me impresionó especialmente una canción, "Buenos Aires alma de Piedra". Estoy buscando la letra en Internet pero no la encuentro.
Yo quiero mucho a Buenos Aires, a veces tan maravillosa, a veces tan hostil.
A veces uno se concentra en los aires de Buenos Aires. Otras veces parece como si por debajo del asfalto y las veredas corriera una sangre pesada de brea que, cansada por la "subterraneidad", necesitase subir a escupir su alquitrán por las alcantarillas y las bocas de tormenta.
En los intestinos subterráneos o a flor de piel, en las veredas, guarda historias oscuras, tristezas incontables, crueldades, indiferencias.
¿Qué habrá pasado con los viejos de Esmeralda al 100? Vivían en la entrada de un estacionamiento. Pero tenían algo particular. Tenían una especie de "mobiliario" que marcaba que antes, y no hace tanto, tuvieron una casa. Hasta hace unos días estaban como atrincherados en la entrada de este estacionamiento cerrado. Con sus perros en esta, su "casa" sin paredes, con su desamparo bien cubierto bajo la apariencia de familiaridad e intimidad de un "living", pero al aire. Eso sí, al resguardo de unos cajones de cómoda y algunas otras pertenencias que superaban un poco el habitual menaje de los "sintecho" de esta ciudad.
Hace unos días reabrió el estacionamiento. Ellos seguían allí. No los habían movido. Con Mariana nos planteábamos con curiosidad la supuesta solidaridad de los dueños del estacionamiento.
Ahora la pareja ya no está. El estacionamiento es un negocio, y ellos deben seguir buscando dónde vivir.
Brea, brea, brea...
Pero después, lo bello. El encuentro con quienes uno quiere.
La música, las letras, ver a Carlos disfrutar...
Y en cada canción se deletreaban cosas tan simples pero tan hermosas... Un durazno al que su carozo parte y se desangra bajo el agua. El hipnotismo y la sugestión de los juegos de luces sobre el telón de fondo. El tecladista, que empezó a lo Cage o a lo Shostakovich, tocando muy de vanguardia, y se desgranó en unas notas hermosas al final...
Antes de eso, es decir antes del espectáculo, habíamos caminado desde el café en Avenida de Mayo hasta el corazón de San Telmo, por las calles empedradas. Caminata matizada por la linda curiosidad de Esteban. Por sus preguntas y unas reflexiones que a veces superaban cualquier explicación nuestra. Entramos a la Iglesia de San Ignacio, por esa misma curiosidad inocente. La que lo llevó a plantearse todas las dudas sobre cómo la gente puede aferrarse tanto a ciertas creencias... Eso me movió a pensar que todos sobrevivimos porque nos aferramos a algo. Sólo cambia la forma de la tabla de salvación.
En medio de la brea-brea-brea, el día deparaba matices bellos.
Una suerte.
Imagen: Plaza e Iglesia de Guadalupe

05 septiembre 2006

La última en incomunicación: "couple-surfing"

Yo seguiré asombrándome de la in-comunicación o la des-comunicación de hoy en día.
Aprecio desde ya, el valor de todas las herramientas de las que hoy disponemos para "estar más cerca" o más en contacto. Pero las entenderé con un uso en su justa medida: para comunicarse con alguien remoto en espacio.
Entiendo el email o mensaje al que está a un metro de uno, como chanza. No lo entiendo como comunicación verdadera o que reemplace a la palabra dicha, a la mirada, que reemplace al tiempo y espacio compartidos con el otro.
El autor de la nota de Wired que da origen a su vez a la nota de Clarín dice respecto de la imagen de una pareja, cada uno con su laptop: "Nadie se extrañaría si fuésemos dos lectores de diarios."
No, es cierto.
Lo extraño justamente no es que cada uno esté involucrado en su actividad y su computadora compartiendo el espacio y el momento. Eso sería como cualquier otra actividad individual que emprenda cada uno de los componentes de la pareja en la casa.
Lo realmente llamativo es que la misma pareja silenciosa que navega por Internet cada cual en lo suyo, empezara a comunicarse por "chat" o "emails" estando a 50 cm del otro, en lugar de levantar la vista y dirigirle la mirada y la palabra.
¿Yo, antigua? ¿Temerosa de los vertiginosos cambios?¿Profeta de la deshumanización por la técnica utilizada aún cuando no es necesaria, sólo por costumbre? Sí, lo reconozco.
Ojo que el hecho de que las personas de una pareja naveguen por Internet buscando temas de interés y acompañándose en silencio, compartiendo el espacio, en líneas generales no me parece mal. Es otra versión de, por ejemplo, el hecho de que cada uno lea un libro, o el diario, como dice el autor, y se respeten ese momento individual. Lo que sí raya -a mi entender- lo patológico sería que la comunicación interpersonal resulte darse mayoritariamente por estos medios, por esta ortopedia. Que sea más fácil contarle algo al otro por msn, que personalmente, si están sentados a la misma mesa.
En rojo, marco las cosas que me llamaron la atención de la nota (algunas para bien otras no tanto). En fin, cada cual haga lo que le plazca. Mi idea no es criticar sino pensar lo nuevo, aunque no siempre se coincida.
La nota es del Clarín de hoy:
"Couple-surfing": parejas que navegan codo a codo, laptop a laptop
La vida online se expande, y las parejas también comparten sus momentos en la casa conectados online, cada uno con su laptop, pero separados. Pueden chatear, mandarse mails o links... de una cama a otra.
Por Cora Cáffaro. De la redacción de Clarín.com
Un clásico de la vida en pareja es mirar tele juntos (a excepción, lógicamente, de si el programa es de fútbol), desparramados en un sillón o en la cama y pote de helado en mano. Suena raro que uno esté en el living mirando una cosa; y el otro, en el cuarto, viendo otra. Pero el alcance de Internet, que pudo fácilmente hacer de la casa la oficina, modifica también las relaciones de pareja. Así, un nuevo hábito emerge: el hecho de navegar juntos pero separados. Es decir, uno al lado del otro, pero cada uno con su laptop.
La tendencia que transformó algo que se creyó durante mucho tiempo una actividad solitaria en un programa para dos, se llama "Couple-surfing" y no es que explotó de un momento a otro sino que se fue dando naturalmente. Como todo, claro, tiene su Cristóbal Colón: Nick Curriem, autor de una columna en la popular revista norteamericana Wired, que buscando temas para escribir, se topó con una foto suya junto a su ex, de 2002, en pleno desayuno, sentados en la cocina del departamento que compartían, pero con sendas compus portátiles enfrente. Se quedó pensando: "Si fuéramos lectores de diarios, nadie se extrañaría...". Y recordó inmediatamente aquella época, en la que cuando ambos estaban "apretados en un minúsculo departamento Tokio", sus notebooks "dieron un sentido del 'espacio personal electrónico' que completó el espacio físico limitado".
"Cada pantalla era como un cuarto privado virtual", comparó Curriem en su blog para explicar su nueva investigación y hallar casos entre sus seguidores. Sin dejar de sentir a la vez la sensación de estar juntos pero alejados, y pensando en lo extraño de esta tecnología que hace que lo distante parezca más cerca que lo cercano (la gente ausente puede tener más presencia que la gente presente), el blogger se preguntaba y les preguntaba a sus lectores: ¿Cómo afecta la relación el hecho de navegar en pareja? ¿Es uno de los dos más adicto a la información que el otro? ¿Se mandan mails con direcciones de sitios interesantes, tienden a visitar las mismas páginas? ¿Alguno de los dos coquetea vía chat con otra persona?¿Cómo suena una pareja que navega de a dos? ¿Es un silencio muerto, interrumpido solamente por el sonido de dos teclados que golpean ligeramente? ¿O navegan con música? Si es así, ¿quién elige? ¿Es la nueva lucha por el control remoto? Y sus lectores se lo confirmaron: la costumbre es cada vez más habitual y las respuestas a esas preguntas, existen. Hay parejas que juegan en red juntas y hay quienes no se imaginan de novio con alguien con quien no puedan compartir su mundo cibernético. Pero también hay matrimonios tan cómodos como para comunicarse por msn si les da fiaca ir de la cocina al escritorio.
Y no faltan los que se aprovechan de los blog para comunicarse con su pareja y decir lo que cara a cara jamás dirían.
"Antes de empezar a leer esta entrada, le comenté a Jenny que era raro para nosotros que nos sentemos en la cama, uno al lado del otro, con las computadoras portátiles en nuestras respectivas rodillas. Ella incurría en la equivocación de buscar en Internet los síntomas del dolor de garganta (podría ser sífilis, al parecer) y yo intentaba conseguir la trilogía de Spectrasonics para un ensayo. Ahora que he leído esto, me siento mejor sobre lo que hace 10 minutos me parecía antisocial", posteó alguien bajo el seudónimo de Rhodri.
Un comentario anónimo reseñó: "Cuando navegamos juntos, estamos casi siempre uno junto al otro, y nos hace feliz simplemente el hecho de mandarnos un mail con links o fotos que nos parezcan divertidos". Quien escribe cuenta que cuando navega con su pareja, no escuchan el mismo tipo de música así que, quizá para evitar discusiones, mejor poner la tele de fondo. Y agrega: "No somos celosos. Ambos tenemos una sensibilidad peculiar que nos permite compartir cualquier contenido porno que encontremos en el Internet. En cuanto a flirtear, se aplican las mismas reglas que se aplican que en la vida real: si estamos en un club, está muy bien, porque cada uno sabe quién estará en carne y hueso en su cama esa noche".
Una mujer que se identificó como "S." al final del post, y que vive con "N." desde hace 4 años, contó que ambos pasan la mayor parte del tiempo en casa y delante de sus laptops por trabajo, estudio y asuntos personales. "Nuestras actividades online son a menudo el tema o la inspiración de nuestras conversaciones", aseguró. No tienen televisión ni miran películas y rara vez se comentan los libros o comics que cada uno lee por su lado, pero sí se muestran lo que están mirando en sus respectivas pantallas. Eso sí, cuando "N." está concentrado en su trabajo, más vale no molestarlo: "No le gusta que lo toque o le hable, así que antes de hacerlo es mejor echar un vistazo para ver qué está haciendo", confesó S. Sin embargo, aclaró: "No tenemos 'problemas de privacidad', y aunque tenemos computadoras portátiles y varios lugares a los que podemos ir y sentarnos solos, siempre terminamos en la misma mesa o el mismo sofá". Jocelyn lleva dos años de casada. Ella y su marido usan la(s) computadora(s) casi todo el día, pero en cuartos separados, alejados uno de otro y por intereses bien distintos: mientras él navega por información biográfica sobre los músicos que le gustan, busca otros artistas sobre los que sabe poco y está en contacto con sus amigos vía msn, ella trabaja en proyectos fotográficos o de diseño. "No puedo imaginarme compartiendo la computadora con mi marido, porque ambos la utilizamos como territorio virtual (y físico) donde retirarnos. Siento que esto consolida el tiempo que pasamos juntos", afirma y asegura que sus computadoras no son extremos de ellos mismos, "sino las extensiones de nuestras pasiones y hobbies".
Curriem puso la cuestión sobre el tapete el 30 de mayo. Ese día recibió decenas de comentarios en su diario virtual. Finalmente, la columna sobre Couple-surfing se publicó en Wired el 6 de junio. Pero sus lectores siguieron posteando hasta el 15 de agosto, contabilizando cientos de experiencias. Por suerte, aquel que aseguró "Cuando llegó el momento, incluso utilizamos a un servicio en línea para nuestro divorcio", posteó a tiempo como para dejar constancia.
Foto: http://imomus.livejournal.com/