31 mayo 2006

Eugène Ionesco: Sans souci o la angustia intermitente...

Despreocupación.
¡Qué tema!
Frecuentemente pienso sobre cuánto más fácil sería la vida si pudiera practicar el arte de la despreocupación.
Sin dudas tengo la fortuna de vivir momentos de dicha sencilla, compuesta de elementos cotidianos.
Sin embargo hay momentos en los que "por H o por B", aparece el nubarrón que, unas veces por un instante otras por una temporada, instala alguna preocupación en la cabeza que se dedica a dar mil vueltas alrededor de alguna posibilidad aciaga o algún acontecimiento desventurado.
Estos sentimientos míos resultan hasta irrisorios cuando se los contrasta con la experiencia de los que llamo los "atormentados". Personas (habitualmente artistas, escritores o seres con una sensibilidad desdichada) que nos llegan a través de palabras grises pero no por ello menos ciertas ni menos plenas de sentido.
Introducción para decir que estuve leyendo en diagonal un libro que recopila entrevistas y textos inéditos de Ionesco ("El hombre cuestionado", Emecé, 1981 - Del original francés "Un homme en question", Éditions Gallimard, 1979)
Muchos pasajes recuerdan ese malestar que nos acomete, esa pesadumbre de no saber dónde ponernos, a dónde huir de nosotros mismos.
Transcribo:
" Encontrarse en estado de angustia es estar, para mí, MÁS ALLÁ, o casi más allá del límite de este mundo; es decir, en la angustia el mundo entero se vuelve a poner en tela de juicio: "¿Por qué hay algo en vez de nada?", se preguntaba Heidegger. Y después Nemo vuelve a tomar y completa la fórmula: "¿Por qué hay mal en vez de bien?"
"Las palabras que enuncio son simples y banales y no pueden dar esa angustia profunda y auténtica que, paradójicamente, sólo los artificios astutos y sublimes de la literatura pueden expresar. Estoy en lo inexpresable."
"Como decía Adamov (...): "Yo no soy de este mundo y no sé a qué mundo pertenezco. En todo caso, este mundo no me conviene para nada. A este mundo lo rechazo. Pero ¿qué soy?...
Es la cuestión que ustedes plantearon en primer término y a la cual me es imposible responder; porque si yo supiera lo que soy, o hacia qué me dirijo, no habría evidentemente más problemas.
(...)
"Para nosotros que no conocemos las técnicas del éxtasis -y me pregunto cómo se puede vivir sin iluminación-, pero podemos a pesar de todo encontrar una suerte de solución: la despreocupación, saber que el mundo es una especie de esa enorme mala pasada que Dios ha jugado al hombre, y esperar el fin. Es decir que hay en ello un juego enorme y que habría que llegar a tomar la actitud de ciertos budistas Zen que, después de haberse roto la cabeza durante decenas de años para descubrir la significación del mundo, se echan de pronto a reír. Y es ésa su iluminación, de segundo orden por lo menos: se ponen a reír.
Esos monjes budistas han mirado de pronto en torno de ellos como si vieran el mundo por primera vez: han visto "Eso" o "Aquello", y "Esto" y todo, y luego se han echado a reír y han dicho: "¡Vaya, qué broma!"
"(...) no vale la pena romperse la cabeza, y lo que habría que hacer es vivir en la despreocupación. Ésa es la solución. El "me importa un bledo" absoluto, filosófico de los Zen."
Ionesco reconoce sin embargo una dificultad en el camino al "me importa un bledo":
"Vivo momentos en que todo me es indiferente. Me sucede ir a casa de gentes que hablan de todo lo que me ha preocupado toda una vida, toda mi vida (...) Pero esta indiferencia está lejos de ser la del sabio. La indiferencia del sabio es serena. Yo soy indiferente a las cosas, a todo lo que se dice, y esta indiferencia es sombría y tormentosa."
Más adelante, concluye una entrevista diciendo, terrible:
"Nada me desalienta, ni siquiera el desaliento. Y sin embargo no creo en el futuro de la humanidad."
Ionesco sigue en el descreimiento y la intención de despreocupación, pero no lo logra. Le preocupa el mundo, y sin embargo no deja de insistir con la "ideal" despreocupación (ideal al menos en una persona con su sensibilidad particular):
"Por lo demás, ustedes saben que ahora, mientras hablamos, el mundo está arrasado a sangre y fuego, y les confieso que, a pesar de todo, yo mismo soy feliz cuando llega la medianoche y puedo acostarme y dormir."
Sobre la posibilidad de hacer algo: "...Creo, sin creerlo demasiado. Pero como me decía el gran escritor y amigo mío que es Manès (Sperber): 'Hay que hacer siempre algo, hasta no ignorando que nuestros actos terminan mal.' "
"El mundo ha perdido toda dirección. Y no son, sin embargo, las ideologías dirigentes las que faltan. No llevan a ninguna parte. Podemos elegir entre el entumecimiento con nuestros deseos alienandos o la muerte violenta en la explosión de nuestros deseos que chocan en nosotros mismos, unos contra otros, o que chocan con aquellos de nuestros semejantes."
Sin embargo, incluso en el pensamiento de Ionesco, existen los refugios... pero refugios de escala más humana, más acordes a la sensibilidad promedio que no puede llegar a la despreocupación metafísica de los Zen. Se trata del refugio en la otredad comprensiva, en la calidez de un amor que se anhela y que nos dirige una mirada anhelante. Es el ámbito de la afectividad:
"Hemos olvidado lo que debía ser la contemplación. No sabemos ya ver, no sabemos ya detenernos en la agitación general y mirar, un instante inmóviles, esa agitación misma. No sabemos ya mirar los mismos barrotes de nuestra cárcel, ni la tierra, no tenemos el ocio necesario, y es sin embargo mirando en torno de nosotros, en nosotros, que podríamos ver aparecer algo. Es 'mirando' con una atención intensa que podríamos encontrar de nuevo la frescura del asombro, un asombro de niño uqe volvería al mundo tan joven, tan virgen como el primer día de la creación. Habrá que aprender de nuevo la admiración."
"Todo lo que he hecho, todas mis actividades no están fundadas en nada. El amor puede hacernos vivir."
"A pesar de todo, más allá de mi angustia, mientras esté aquí, continuaré, volveré a empezar cada mañana y haré no obstante lo que creo que es mi deber.
Puesto que soy ignorante, no debería juzgar nada. Tengo quizá todas las razones para estar contento. No puedo sino confiar."

26 mayo 2006

El yo y el nosotros, frente a los no lugares y la objetualidad...


Hace un tiempo escribí acerca de la teoría de los No-lugares del antropólogo francés Marc Augé.
No-lugares sin identidad que nos llevan a ser masa.
En caminatas por ciertos barrios de la ciudad uno suele ver casas antiguas, algunas derruidas, otras muy bien plantadas en su señorío pasado. Casas que cargan con mucha historia e identidad y de las que, como en la novela "La Casa" de Mujica Lainez, uno podría pensar que tienen memoria propia y que si, por algún prodigio se les permitiese hablar, nos contarían relatos riquísimos.
Luego aparecen modernos (y no tanto) edificios de departamentos. Vistos de afuera, apenas parecen cajas apiladas, meros contenedores de gente. Y sin embargo, como afirma un amigo que suele tener la razón, no son depósitos de almas y muebles, sino "lugares" en toda la fertilidad del término.
Entonces, como cada vez que voy por la calle, y miro hacia algún balcón, o hacia alguna ventana con la lámpara encendida, recuerdo algo que leí en "La resistencia" de Sábato, y transcribo a continuación:
"No hay otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante, ni otra forma de llegar a la universalidad que a través de la propia circunstancia: el hoy y aquí. Y entonces ¿cómo? Hay que revalorar el pequeño lugar y el poco tiempo en que vivimos, que nada tienen que ver con esos paisajes maravillosos que podemos mirar en la televisión, pero que están sagradamente impregnados de la humanidad de las personas que vivimos en él. Uno dice silla o ventana o reloj, palabras que designan meros objetos, y, sin embargo, de pronto transmitimos algo misterioso e indefinible, algo que es como una clave, como un mensaje inefable de una profunda región de nuestro ser. Decimos silla pero no queremos decir silla, y nos entienden. O por lo menos nos entienden aquéllos a quienes está secretamente destinado el mensaje. Así, aquel par de zuecos, aquella vela, esa silla, no quieren decir ni esos zuecos, ni esa vela macilenta, ni aquella silla de paja, sino Van Gogh, Vincent: su ansiedad, su angustia, su soledad; de modo que son más bien su autorretrato, la descripción de sus ansiedades más profundas y dolorosas. Sirviéndose de objetos de este mundo aparentemente seco que está fuera de nosotros, que acaso estaba antes de nosotros y que muy probablemente nos sobrevivirá. Como si esos objetos fueran temblorosos y transitorios puentes para salvar el abismo que siempre se abre entre uno y el universo, símbolos de aquello profundo y recóndito que reflejan; indiferentes y grises para los que no son capaces de entender la clave, pero cálidos y tensos y llenos de intención secreta para los que la conocen. Porque el hombre hace con los objetos lo mismo que el alma realiza con el cuerpo, impregnándolo de sus anhelos y sentimientos, manifestándose a través de las arrugas carnales, del brillo de los ojos, de las sonrisas y de la comisura de sus labios. Si nos volvemos incapaces de crear un clima de belleza en el pequeño mundo a nuestro alrededor y sólo atendemos a las razones del trabajo, tantas veces deshumanizado y competitivo, ¿cómo podremos resistir?
La presencia del hombre se expresa en el arreglo de una mesa, en unos discos apilados, en un libro, en un juguete. El contacto con cualquier obra humana evoca en nosotros la vida del otro, deja huellas a su paso que nos inclinan a reconocerlo y a encontrarlo. Si vivimos como autómatas seremos ciegos a las huellas que los hombres nos van dejando, como las piedritas que tiraban Hansel y Gretel en la esperanza de ser encontrados. El hombre se expresa para llegar a los demás, para salir del cautiverio de su soledad. Es tal su naturaleza de peregrino que nada colma su deseo de expresarse. Es un gesto inherente a la vida que no hace a la utilidad, que trasciende toda posibilidad funcional.
Los hombres, a su paso, van dejando su vestigio; del mismo modo, al retornar a nuestra casa después de un día de trabajo agobiante, una mesita cualquiera, un par de zapatos gastados, una simple lámpara familiar, son conmovedores símbolos de una costa que ansiamos alcanzar, como náufragos exhaustos que lograran tocar tierra después de una larga lucha contra la tempestad.
(...)
Cuando somos sensibles, cuando nuestros poros no están cubiertos de las implacables capas, la cercanía con la presencia humana nos sacude, nos alienta, comprendemos que es el otro el que siempre nos salva. Y si hemos llegado a la edad que tenemos es porque otros nos han ido salvando la vida, incesantemente.
(...)
Creo en los cafés, en el diálogo, creo en la dignidad de la persona, en la libertad. Siento nostalgia, casi ansiedad de un Infinito, pero humano, a nuestra medida."
De más está decir que comparto con el autor el credo particular que expresan estas últimas frases.
Imagen: Henri Matisse, "Harmonie Jaune"

24 mayo 2006

Carteles, afiches y papeles pegoteados...


Esta mañana, a pesar de haber salido de mi casa más tarde que lo habitual, decanté por la opción de tomar el colectivo en lugar del subte.
Evidentemente el colectivo me da más material para ver y pensar que el metro.
En el recorrido pueden verse infinidad de afiches y carteles.
Un ejemplo son los que empapelan la ciudad con motivo de la "Plaza Oficialista" por la fecha patria que recordamos mañana. Se ven afiches que dicen cosas tales como "Desde hace tres años, junto a Kirchner. Este 25, todos a la Plaza. Quindimil conducción. PJ Lanús" (y luego aclaran el lugar y hora de salida para unirse al desfile K). Otros carteles, también referidos al acto de mañana, pegados en pizarras frente a Tribunales colocan "HABLA KIRCHNER", y parece como si fuese a hablar un iluminado, una especie de Zaratustra del cono sur.
Sobre los carteles de Quindimil conducción, que tapizan toda una esquina en Viamonte y Riobamba, aparecen otros, superpuestos. Anónimos carteles en blanco y negro con las caras de Menem (perdón por nombrarlo), Lilita Carrió, Cavallo, De la Rúa y otros rodeando grandes letras que dicen "Nosotros NO vamos a la Plaza". Todavía sigo preguntándome qué objetivo y autor se esconde detrás de esos afiches. En mi ignorancia no entiendo bien qué hacen todos esos personajes mezclados en el mismo merengue. Con mis pocas luces apenas puedo deducir que se los presenta como personajes funestos, ergo si esos malvados no van a la plaza los que sí van y aquél a quien se apoya (el Dr. K.) están en las antípodas del mal y representan el bien del país. Entonces puedo deducir que los carteles con las caripelas de todos los monos que nombré serían obra del kirchnerismo, pero todavía no me queda muy claro.
Menos politizados y mucho menos anónimos resultan la infinidad de cartelitos pegados en los postes de luz, anunciando cosas como "Estudiá fotografía - Talcahuano 382...", sobre el que se ha pegado otro en el que se lee "Poesía - Cuento", afiche sobre el cual se ha superpuesto un tercero, este sí ya libre de cualquier otra pegotina o cartapesta, que promociona clases de apoyo en Física, Química, Matemática y otras materias torturantes.
El colectivo sigue el recorrido. En Talcahuano 470 aparece la A.B.C.M.P. o Asociación de Balanceadores, Corredores y Martilleros Públicos. (¿Cuál será el trabajo de un "balanceador"?)
En el tramo final del autobús, ya en Corrientes casi esquina Cerrito, el restaurante Arturito promociona desde su vidriera "HAY RANAS".
Termino este relato sin sentido, con una breve referencia al cartel que ilustra este posteo. Es el original nombre de una verdulería y frutería de San Pedro (Provincia de Buenos Aires), ciudad por la que anduve el fin de semana pasado. Una verdulería en la que, más allá del lenguaje apelativo, lo que realmente se busca es que el cliente "pele" la billetera, como en cualquier negocio...

19 mayo 2006

Habemus Mundial de fútbol: la biblia y el calefón



Es sabido que en estos y los próximos días estaremos bombardeados, entre otras noticias, por todo lo referente al próximo Mundial de Fútbol.
Este humilde blog no quiere ser menos y se pliega al tsunami mediático para hablar más de lo mismo, pero desde otra óptica, claro. (Qué puedo decir yo sobre futbol, que sólo ví con atención, en mi adolescencia, los mundiales 1990 y 1994 así como la Eurocopa '92 de Suecia, sólo porque -amor infantil y platónico mediante- me gustaba mucho el delantero Jürgen Klinsmann...) Aunque es cierto que aprendí mucho siguiendo al tanque alemán no sólo en torneos internacionales sino también en su campaña con el Inter de Milán, en el que lo acompañaban Brehme y Matthäus, la verdad es que difícilmente pueda llevar a cabo una buena columna futbolística desde este espacio.
El tema es que de casualidad vi una nota sobre la pelota oficial del Mundial de fútbol de Alemania 2006 y su nombre: "Teamgeist" (espíritu de equipo).
Teamgeist" es una palabra alemana que hace referencia al espíritu de equipo. El nombre, pronunciado en castellano "timgaist", "se impondrá en el mundo entero", según supone la empresa productora, patrocinador deportivo exclusivo de la FIFA. Yo, con mi tendencia al "monotema" no pude más que recordar que GEIST en mi cabeza sólo puede referirse a Hegel y a su IDEA o ESPÍRITU ABSOLUTO. Con lo que compruebo que la universidad y sus contenidos están modelando mi manera de percibir el mundo... jeje
No hablo alemán, pero también gracias al amigo Hegel aprendí palabras como "verstand" (entendimiento), "vernunft" (razón) y una de las que más me gustan "aufhebung" que es una palabra alemana tan rica que no cuenta con traducción directa al castellano, por lo que si tuviéramos que explicarla en nuestro idioma habría que decir que supone 3 sentidos simultáneos: supresión, superación y conservación. Refiere al tercer momento de la dialéctica hegeliana, en el cual se superan las instancias anteriores, pero incluyendo elementos de éstas. Nada se pierde...
Me dejo de filosofadas para continuar con la crónica sobre el esférico de Alemania 2006:
Los 300 primeros ejemplares de la novedosa pelota, que se fabricaron en Tailandia y se colocarán en el mercado europeo a un precio de 110 euros (129 dólares) fueron vendidos en el mismo recinto ferial en el que se celebró el sorteo para luego estar disponibles en todos los comercios deportivos del mundo.
Adidas calcula que batirá todos los récords de venta del balón mundialista y superará por primera vez los diez millones de unidades vendidas. Hasta ahora, los modelos más exitosos fueron el "Fevernova", del Mundial 2002, y el "Roteiro", de la Eurocopa 2004, con seis millones de pelotas vendidas. Yo, fiel al mundial de mis amores (Italia '90), sólo recuerdo a la "Etrusco Unico" con la cual, al decir de Pierre Litbarsky, uno "se siente un jugador sudamericano". (Esto lo leí en El Gráfico de aquel año) .
El dato de Tailandia no es menor. Pienso en Nike y otros ejemplos, y en los niños, mujeres y hombres de los países de Asia que trabajan en la fabricación de estas onerosísimas mercancías por salarios mínimos. Si no me equivoco otro de los tantos países donde se emplea mano de obra infantil es Pakistán. Las manos de los niños, más pequeñas, resultan mejores y más hábiles para ciertos detalles como costuras, etc. Terrible.
Siguiendo con temas más anodinos como el merchandising mundialero, parece que la que no resultó tan exitosa fue la mascota del Mundial, Goleo VI.
Goleo VI tiene al borde de la ruina a la empresa que lo fabricó, pues tenido escasa comercialización debido a su baja popularidad, y la fábrica Nici incluso planea declararse en quiebra.
El felino, que está siempre acompañado por la pelota parlante "Pille", supuso hasta el momento varios problemas de comercialización para la firma bávara de muñecos de peluche.
La empresa Nici, fundada en la década de 1970, estaba considerada como muy exitosa hasta que adquirió la licencia para fabricar la mascota, que fue diseñada por la compañía Jim Henson, la misma que creó los personajes de Plaza Sésamo y Los Muppets. Pero se ve que la rana René tenía un carisma que Goleo no ha podido imitar.
Nici ha recibido críticas de diversos sectores mediáticos, que definieron a la mascota del evento mundial de fútbol como "una bestia greñuda", y además fue objeto de mofa en varias ocasiones, en especial por su falta de pantalones, calificada como algo irrisorio.
Los expertos del ramo observaron que la compañía de muñecos de peluche produjo demasiados "Goleo VI", mientras que las ventas fueron pocas, lo que llevó a la escasa liquidez de la empresa. (¿Otro ejemplo de objetualidad al cuete?)
...
Y con esta "¿valiosísima?" información, me despido hasta el próximo posteo.



16 mayo 2006

Palabras III


Sigo adicionando vocablos... Hoy: "catacresis"
Éste surgió de una clase de Sociología en la cual, hablando de Èmile Durkheim (uno de los padres fundadores de la ciencia) un profesor decía que su lenguaje inicial era catacrético ya que, como en el siglo XIX se trataba de una disciplina naciente, Durkheim se veía obligado a utilizar metáforas o comparaciones de la nueva ciencia y su objeto sui generis, con las ciencias médicas por ejemplo, hablando de hechos sociales "normales" o "patológicos", etc, etc.
Abajo, van buenas definiciones de la palabreja que, para mí al menos, hasta la clase en que la nombraron, era desconocida.
catacresis
(Del
lat. catachrēsis, y este del gr. κατάχρησις, uso indebido).
1. f. Ret. Tropo que consiste en dar a una palabra sentido traslaticio para designar algo que carece de nombre especial; p. ej., la hoja de la espada; una hoja de papel.
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catacresis
Según
www.elmundo.es/diccionarios
f. Figura retórica que consiste en emplear el nombre de un objeto o un concepto para designar otra cosa semejante que carece de nombre especial: cuando decimos "la cabeza de un alfiler" estamos haciendo una catacresis. No varía en plural.


11 mayo 2006

La objetualidad al pedo (o de cómo cualquier cosa es una mercancía)


Honorable público (¿?) si alguno se preguntó el por qué de la ausencia de posteos en días pasados, he aquí la respuesta: exámenes en la universidad. Uno de ellos particularmente complicado (Historia del Conocimiento Sociológico I), karma del que me he librado el martes último.
Ahora bien, reinauguro los posteos después del impasse con una trivialidad de la que se pueden sacar algunas conclusiones interesantes.
Íbamos ayer con Marianita por la peatonal Florida y, a la altura de Viamonte, nos detuvimos en la vidriera de un negocio atiborrado de mercancías, a mi humilde parecer, inútiles. Y con esto caigo en contradicción, si tenemos en cuenta que una de las características de las mercancías, en la definición del capítulo I de El Capital es el poseer "valor de uso", el tener utilidad, el satisfacer una necesidad (sea del estómago o del espíritu).
Pero prosigamos... la atenta mirada a la vidriera permitió distinguir, entre corpiños de silicona autoadhesivos y otros objetos incomprensibles, un item peculiar, a saber "Power ranger que aumenta 6 veces su tamaño! $ 6.- ". Esto según la indicación de un cartel con grandes letras escritas en marcador negro. Dicho cartel estaba ubicado sobre una pecera bajo la cual aparecían unos muñequitos símil "Power Rangers" de aproximadamente 5 cm, de color y forma bien definidos, en definitiva, miniaturas representativas de estos personajes. Si uno proseguía con el análisis, dentro de la pecera -con agua, claro- "nadaban" (o más bien se apiñaban graciosamente) unos grotestos muñecotes de goma espuma, totalmente deformes que apenas conservaban un leve dejo antropomorfo y, en el tamaño sextuplicado, lucían colores desvaídos.
En cercanía temporal con el examen del martes, empecé a pensar en Hegel, Marx y otros autores que trataron el paso del hombre por la objetualidad (la mentada "enajenación" o "alienación"). En Hegel el paso del hombre por el mundo de los objetos lo realiza. El "universal abstracto" que es el sujeto en un primer momento dialéctico, en su paso por este mundo objetivo se realiza como "particular". Sale de sí para conocer un objeto (una otredad) a la que se enfrenta y en ese enfrentarse al objeto, vuelve su conciencia sobre sí, convirtiéndose en un "universal concreto", un "en sí-para sí", un ser singular. La enajenación-alienación (el salir de sí para pasar por el mundo de los objetos) tiene en Hegel tiene una connotación positiva: permite al sujeto realizarse.
Carlos Marx difiere de Georg Wilhelm Friedrich. La enajenación es una serie de momentos negativos, y supone un poder del objeto hostil sobre el hombre. Objeto que se le enfrenta al sujeto y, en tanto extraño a él, lo desrealiza.
Cavilando sobre estas ideas me preguntaba:
¿Cuál es la utilidad de los Power Rangers expansivos? Sobre todo una vez que se los arroja al agua y se metamorfosean en muñecotes de goma espuma que, a lo sumo, pueden llegar a servir como juguete de algún perro familiar...
¿Qué tanto trabajo objetivado incluyen estos "cositos" de modo que llegan a tener un valor de cambio de $ 6.- lo que los hace directamente intercambiables por dinero y otras mercancías?
Estos objetos (les va mejor la expresión "cosos"), ¿realizarán a alguien?
Los análisis (si estamos al cuete y queremos hilar fino) pueden proseguir en cuestiones como:
- De la necesidad de lo inútil descartable
- El grotesco en el mundo mercantil
- De la capacidad de los niños para erosionar cojones paternales y lograr la compra (que no consumo pues no sirven para nada) de "cosos" como éstos
- Del papel de China y Taiwan en el incremento de objetualidad inservible
- De cómo un examen deja al borde del surmenage y genera en mí una capacidad increíble para desvariar sobre idioteces.
Temas todos que serán desarrollados ampliamente en próximas ponencias...

01 mayo 2006

¿Qué es el éxito?


En vista de cómo se acostumbra vivir hoy en día, de los temas que sempiternamente rondan (y rondarán) en mi cabeza, de los valores y desvalores contemporáneos, del consumo desenfrenado, de los términos vulgares en que medimos el triunfo, y de cómo nos perdemos a veces detrás de quimeras, en la carrera por la consecución de logros que no logran nada y que en lugar de realizarnos nos desrealizan, es que traigo del baúl de los recuerdos una carta de lectores de la Revista Noticias (Año '91)
Desde entonces (quince años ya), guardamos con mi abuela ese recorte. Y cada tanto, me gusta recordarlo. Ahora lo comparto con quien, por azar o por costumbre, entre aquí y lo lea.
Copio a continuación, textual, la que fue elegida "La Carta de la Semana" por esa revista.
¿QUÉ ES EL ÉXITO?
"En la emisión del 8-5-91 de `Polémica en el Bar´ el panelista de barba se jactó de tener un auto importado como consecuencia, según dijo, de ser un hombre de éxito. Como hay objetos que nunca tendrá, será en esos términos un eterno perdedor. A los que como él piensan, sienten y viven con esa tabla de valores (unir éxito con posesiones), les sugiero que lean la definición de Éxito premiada en Boston. La transcribo:
`Ha tenido éxito en el mundo aquel que ha vivido dignamente; que ha reído a menudo y que ha amado mucho; que se ha ganado el respeto de los hombres inteligentes, así como el cariño de los niños; que ha cumplido su misión en la vida y terminado su obra con dignidad; que ha dejado el mundo mejor de lo que lo había hallado, así sea por medio de una planta mejorada, una poesía ideal o una vida salvada de la ruina. Ha tenido éxito aquel a quien nunca le faltó el sentido de la belleza del mundo y que ha sabido dar una expresión armoniosa a lo que sentía en su alma; aquél que ha buscado sin cesar lo que había de mejor en los demás y que ha dado a la humanidad lo mejor que tenía; aquel cuya vida ha sido una sana inspiración para otros y cuya memoria es una bendición."
Mesaud Buzaglo*
* Autor de la carta de lectores elegida "Carta de la Semana", Revista Noticias, Mayo 1991