09 marzo 2006

Reencuentro con lo propio



Hoy de casualidad, antes de salir, tomé un libro al azar. Un libro ya leído: mi finalidad era hojearlo brevemente en el viaje al trabajo.
Y resultó ser "Demian" de Hermann Hesse. Sólo leí lo que tenía marcado con lápiz desde la primera lectura que hice, hace unos años... y encontré que los pasajes se relacionaban sorprendentemente con los pensamientos que rondan en mi cabeza de un tiempo a esta parte... Se relacionan con el posteo de "Ser para las posibilidades", especialmente con los conceptos heideggerianos de "existencia auténtica" e "inauténtica".
Van unos fragmentos:
"No soy un hombre que sabe. He sido un hombre que busca y lo soy aún, pero no busco ya en las estrellas ni en los libros: comienzo a escuchar las enseñanzas que mi sangre murmura en mí. Mi historia no es agradable, no es suave y armoniosa como las historias inventadas; sabe a insensatez y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que no quieren mentirse más a sí mismos.
La vida de todo hombre es un camino a sí mismo (...). Ningún hombre ha sido nunca por completo él mismo; pero todos aspiran a llegar a serlo, oscuramente unos, más claramente otros, cada uno como puede. Todos llevan consigo, hasta el fin, viscosidades y cáscaras de huevo de un mundo primordial. (...) Todos tenemos orígenes comunes: las madres; todos nosotros venimos de la misma sima, pero cada uno -tentativa e impulso desde lo hondo- tiende a su propio fin. Podemos comprendernos unos a otros, pero sólo a sí mismo puede interpretarse cada uno."
"Las cosas que vemos (...) son las mismas que hay en nosotros. La única realidad es la que en nosotros tenemos, y si los hombres viven tan irrealmente es porque aceptan como realidad las imágenes exteriores y ahogan en sí la voz de su mundo interior. También se puede ser feliz así; pero cuando se llega a saber lo otro se hace ya imposible seguir el camino de la mayoría. El camino de los más es fácil, Sinclair; tan fácil como penoso el nuestro. Caminemos."
"La comunidad -continuó diciendo- es algo muy bello. Pero lo que ahora vemos florecer por todas partes no es la comunidad verdadera. Esta surgirá, nueva, del conocimiento mutuo de los individuos y transformará por algún tiempo el Mundo. Lo que hoy existe no es comunidad: es, simplemente, rebaño. Los hombres se unen porque tienen miedo unos de otros, y cada uno se refugia entre los suyos. Los señores, en su rebaño; los obreros, en el suyo; los intelectuales en otro... ¿Y por qué tienen miedo? Se tiene miedo cuando no se está de acuerdo consigo mismo. (...)
Todos los hombres buscaban la "libertad" y la "felicidad" en un punto cualquiera del pasado, sólo por miedo a ver alzarse ante ellos la visión de la responsabilidad propia y del singular propio camino."
Luego hay un trozo de diálogo hermosísimo, muy humano, que también marqué porque, incluso en momentos de desespero, habla de un deseo que me pareció tan común a todos:
"-¡Qué alegría! -exclamé besando sus manos-. Me parece como si toda mi vida hubiese estado navegando hacia aquí y por fin hubiese llegado a puerto.
Sonrió maternal:
-Nunca se llega a puerto -dijo afablemente-. Pero cuando dos rutas amigas coinciden, todo el mundo nos parece, por una hora, el anhelado puerto."
Imagen: Autorretrato (1938) del pintor cubano Wilfredo Lam