12 marzo 2006

La memoria en el café


El viernes me enteré por un noticiero que el Bar "El Británico" corre peligro de cierre definitivo pues no les quieren renovar el contrato de alquiler a sus tres dueños, tres gallegos que además de llevar adelante el bar son también sus mozos.
Hace muy poco hablaba yo del gusto especial por este café en uno de los posteos de este blog.
Me daría muchísima pena si el cierre se llevase a cabo. Ya con la sola visión del informe del noticiero sobrevino una nostalgia seguramente muy similar a la que han de sentir los viejos más allá de los 80 años... cuando parece que sólo miran hacia atrás o hacia adentro...
Estoy lejos de esa edad y, sin embargo, siento esa misma humedad en el alma y me sostengo con sólo saber que las cosas que ya existían en la patria que es mi infancia siguen ahí, firmes como un mojón en el camino. No quiero exagerar, pero si lo cierran estimo que yo al menos, con esta sensibilidad particular hacia lo de antes -en peligro de perderse-, lo sentiría como una verdadera tragedia.
Ojalá las acciones que llevan a cabo los vecinos y una eventual intervención de la ciudad en favor de la conservación de su historia, permitan que El Británico siga ahí, eternamente en la esquina de Brasil y Defensa, con tanto duende y fantasma como el Parque Lezama.

2 Comments:

At marzo 13, 2006 12:23 p. m., Anonymous Anónimo said...

Esa "humedad en el alma" que vos describis es la que yo siento cada vez que visito Pilar, el pueblo de nuestra infancia. Siento como que la "modernización" a la que se ha visto sometida la ciudad(km. 50, para ser más precisa), con sus nuevos lugares de entretenimientos que no la dejan respirar por la vastedad de huéspedes de fin se semana, no han "modificado" lo anterior sino que le han quitado espacio, ahógándola de alguna forma. Y Pilar ya no es Pilar sino sólo el km. 50 donde se concentra "el todo" absoluto, haciendo que el resto se transforme en el rincón donde uno guarda los trastos viejos.-

 
At marzo 13, 2006 2:40 p. m., Blogger Claudina said...

Coincido. A veces pareciera que uno reniega del "progreso", pero lo cierto es que mucha gente se entrega al frenesí de lo nuevo con gran alegría, olvidando que lo único que hacen es querer "ser" en "no-lugares". La fantástica teoría de los "no-lugares" del antropólogo Marc Augé expresa a la perfección estos sentimientos nuestros: Son lugares sin identidad, o con una identidad "estandarizada" y "globalizada" en donde, si no el lugar, son los sujetos los que pierden su identidad. Eso sí, casi nadie se da cuenta. Y ahí nos encontramos en el shopping, el supermercado, el aeropuerto, los hoteles de cadena. Paradójicamente cómodos en lo que es estándar e importa o exporta características repetitivas de un entorno conocido, pero no por ello "dominado". Prometo un post sobre este tema, que es interesantísimo.

 

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