23 agosto 2006

Tres protestas y un café...

Salí puntualmente del trabajo. Hasta tres horas más tarde no tenía clases en la universidad. Esas clases trasnochadas que me matan y a mitad de las cuales desfallezco, obligándome a mí misma a taparme la cara con las manos simulando agobio por un día pesado, cuando lo que ocultan las manos es una dormidera vergonzante que me permito de a 2 ó 3 minutos por clase.
En la Plaza de la República, a los pies del Obelisco, música, una camioneta y gente repartiendo volantes del ARI. Evado uno, dos, tres repartidores de volantes. El cuarto me enchufa uno. Leo mientras camino. Plan estratégico para la recomposición de la cuenca Matanza-Riachuelo. Si a alguien le interesa, el proyecto completo está en
www.diputados.ari.org.ar
Minutos después me encontraba caminando por Corrientes, apurando el paso y haciendo slalom entre la gente. La idea era llegar a La Ópera a tomar un café y leer algo de Hobsbawm. Antes de llegar a Callao, bombos y la calle cortada. Movimientos piqueteros reclamaban algo, pero no pude darme cuenta bien qué.
A la tarde, viajando en el 100, había visto otro corte en Pellegrini, entre Sarmiento y Perón, frente a dependencias de la ciudad. El dato curioso, justo enfrente del edificio y la protesta, la ciudad, como en tantos otros sitios, está en obra. Los manifestantes esperaban para usar los baños químicos de los trabajadores de la calzada. Solidaridad "orgánica", diría Durkheim. (Solidaridad para "desagotar el órgano")
Adiós café en La Opera. El ruido era demasiado. Y estoy con una falta de concentración tal, que necesito un café algo más tranquilo.
Doblo. En Callao al 400, un grupo de feministas con pancartas al grito de "Nosotras decidimos". Evidentemente se referían al aborto. Banderas y estandartes verdes y violetas hacían referencia a movimientos por la despenalización del aborto y la libertad de identidad sexual. Una chica me paró para firmar. Tenía sólo 2 firmas en la planilla. No sé qué me dio últimamente y de dónde me lo habré pegado, pero tengo una cierta paranoia en eso de dejar datos si no conozco al posterior portador de los mismos. Le pedí disculpas y seguí. No sin cierta ¿culpa?, ¿duda?...
Seguí. Café "Los Galgos". Callao y Lavalle, cerca de la iglesia del Salvador. Hace rato que tengo ganas de entrar. Es de esos bares típicos, o como los llama la ciudad, "notables", como el Varela Varelita de Scalabrini Ortiz o el Roma, de Tucumán y Anchorena, o San Luis y Anchorena (no recuerdo bien, lo seguro es que queda en el Abasto). Pero también ante Los Galgos seguí de largo. ¿Qué me pasa?
Al fin me di cuenta. Tenía apuro pero no tenía a dónde llegar. Creo que me desconcertó el descarte de La Ópera por piquete. Tenía tan claro cuando salí de la oficina que quería ir ahí que, cuando cayó la opción, perdí el rumbo.
Córdoba y Callao. El "Petit Córdoba". No es un lindo café, ni siquiera es de los notables, pero tengo el buen recuerdo de una mañana ahí con mi profesora de Etnología de la anterior universidad. Ese día la encontré pues fui a una charla sobre desarrollo turístico en comunidades originarias. Habían asistido unos indios Navajos de norteamérica que hablaban (muy "yanqui" esto) de parques temáticos y ¡casinos! en las reservas. Los coyas y otras comunidades locales, además de unos cuantos asistentes a la charla entre los que me contaba yo, no podíamos creer el "injerto" cultural del que se estaba hablando. El discurso fue interrumpido por algunos locales indicando, con palabras más sutiles, que aquello podía ser muy respetable y aplicable en el Norte, pero que para la realidad de aquí rayaba el disparate.
Bien, recuerdo la salida, el café con la profesora, su esposo y otros antropólogos. Recuerdo la propuesta interesantísima para ayudarlos con algunas clases (yo ya había egresado). Recuerdo también mi imposibilidad dado mi trabajo de entonces. Recuerdo que era una mañana con mucho sol y que era antes del 21 de Junio pues unos coyas me habían invitado a una fiesta por el solsticio de invierno a la que no pude asistir porque todavía no vivía en Buenos Aires, sino en la provincia.
Bien, me fui por las ramas. La cosa es que no tomé mi café tampoco en el Petit Córdoba.
Seguí.
Sentí un poco de desolación en la Plaza Rodriguez Peña, pero enseguida me entretuve con los chorros de agua de una fuente muy linda que da sobre Callao.
Doblé. Otro café. Entré. Muchas mesas con gente hablando. Salí. Me burlé de mi "gataflorismo". Y seguí.
Caí finalmente en un bar cercano a la facultad y, lo que son los cambios, al final no fue café sino un exprimido de naranja y un posponer a Hobsbawm por escribir esta crónica sin mucho sentido.
Una crónica del día en que no me conformó ningún café.
Y bueno, tengo días así.

1 Comments:

At septiembre 01, 2006 7:43 p. m., Anonymous Anónimo said...

Estaría horas leyendo los posteos como este, en los cuales describis SIMPLEMENTE cada paso que das junto con cada pensamiento que lo mueve. MARAVILLOSO. Siento que te voy "viendo" mientras recorro tu relato y me gusta esa sensación. En este estrenado estado de madre primeriza de licencia en el cual me encuentro, posteos así son una invitación a salir al exterior a través tuyo y me permiten despegar un poco mi vista de los videos de Blockbuster. A propósito, algo viejo para recomendar??? Porque ya a esta altura no me queda ningún estreno por alquilar. (Lo único que pido es que el film no sea TAN viejo como el que recomendó Carlos en "Una monedita, con marketing". CASABLANCA ya la vi)

 

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