18 julio 2006

Asumir el ser-para-la-muerte o correr en el Rosedal, that is the question

Joyita contradictoria pero divertida resultó la nota que le hacen a José Pablo Feinmann y a su mujer, María Julia Bertotto, en el Suplemento Mujer del diario Clarín. (Para leerla, hacer click aquí)
Venía leyéndola sin mayores sobresaltos y envidiando un poquito esa cosa de fiaca ameboide, lujo de filósofo, cuando de golpe Feinmann "pela" la filosofía heideggeriana y dice lo siguiente:
JPF: "Yo estoy gordo porque soy sedentario. Como tengo que estar sentado, engordo."
Periodista: "¿Y caminar?"
JPF: "¡Cuando caminás tenés que ver a la gente!"
Periodista: "¿Hay que relacionarse?"
JPF: "Claro, te miran, te hablan, la gente con perros. Tenés que ir al Rosedal a ver todos esos tipos que corren y uno se pregunta adónde van (risas). Huyen de la muerte, obviamente. Todos estos que corren están huyendo de la muerte. No quiero hacer esto patético. La muerte nos va a agarrar gordos o flacos (risas)."
Periodista: "¿La gente que corre nunca se sentó a pensar en la muerte?"
JPF: "Están inconscientemente aterrados. Lo útil de pensar sobre la muerte es que no huís, si no huís de la muerte no corrés por el Rosedal (risas). Como yo, engordás y escribís buenos libros. Hay una cosa visual del chico que corre... Y lo que completaría el cuadro es la muerte detrás corriéndolo, con la guadaña (risas)."
Unos párrafos de Feinmann consistentes con esa idea que él mismo explicó en su curso, y que me fascina, sobre cómo puede llevarse una existencia auténtica o inauténtica.
De todas las posibilidades del Ser, el posible de los posibles es la muerte. Al asumirla, los actos quedan cargados de una especial significación que, según como se lo mire, puede resultar hasta enriquecedor. Nuestros actos ganan en densidad e importancia. Nuestras palabras, nuestros gestos hacia los demás, los demás ellos mismos, todo cobra otra trascendencia. Esa manera de ser, de asumir la muerte como posible, es la forma auténtica de ser.
Cuando el ser no hace frente al Gran Posible, al Fin, se aturde. Quiere escapar de esa idea, de esa ineluctabilidad.
Por eso me parece francamente pintoresca y graciosa esta imagen de la gente corriendo (puede pensarse también en gente consumiendo, parloteando, gritando o cualquier otra acción que traduzca aturdimiento).
Y bueh... en el fondo, mejor me callo, pues aquellos que no somos filósofos sino que apenas logramos pensar algo a duras penas e intermitentemente, también caemos en estas actividades que por un momento nos sacan a la parca de adelante.
¡A veces lo logro! ¡Y puedo evadirme como el que más!

6 Comments:

At julio 19, 2006 11:38 a. m., Blogger Alvaro said...

Me parece muy poco feliz y muy desvalorizante para con los aerobistas el comentario de Feiman. A mi se me ocurre el pensamiento contrario al que él expone; los aerobistas en plena conciencia de la muerte se dedican a disfrutar la vida manteniéndose en buen estado físico, por el contrario él negando la muerte opta por un estilo de vida que es una suerte de lento suicidio.
Si bien hay un par de comentarios interesante, todo el reportaje me pareció demasiado cholulo, para leer pavadas prefiero las que dice Moria Casan, son mucho más desopilantes.

 
At julio 19, 2006 12:55 p. m., Blogger Claudina said...

Hola Alvaro.
Yo sinceramente no creo que Feinmann se refiriese particularmente a los corredores en tono peyorativo. Creo más bien que los tomó como personajes o sujetos de una chanza en la que mechó el tan filosófico tema de "la muerte", tema que, por descolgado en la conversación es justamente lo que tornó -a mi entender- el párrafo en "gracioso".
Igual entiendo que lo podemos tomar de distintas maneras. Lo distendido de la nota muy probablemente se deba al suplemento en el que está inserta. Pero no lo veo mal.
Yo admito que coincido con algunas de las posturas de Feinmann y admito sobre todo cierto deseo de una vida de "fiaca ameboide", como puse, no refiriéndome con esa imagen a una inactividad parecida a una muerte plácida en vida, sino más bien a una actividad o movimiento de los pseudópodos de la ameba que soy, pero hacia los temas que realmente son de mi interés, que siento que me realizan, me completan, me hacen sentir bien y más útil que eso que soy (o que vaya a saber si soy).
Coincido con Feinmann en ese rechazo o especie de animadversión ante lo imperativo de "la vida" (entendida en el sentido restringido que le da el filósofo en la nota) lo preceptivo y necesario de la cotidianidad: los impuestos, el pago del alquiler, las preocupaciones varias (miedos e inseguridades, sociales e individuales), el laburo en el que uno es lo que no es. A mí al menos me pasa que en mi trabajo o soy algo más acá o más allá de mi misma. Pero no yo misma. Y la verdad es que, aunque mi comentario parezca hedonista (aclaro que no lo es o no es mi intención) coindido una vez más con Feinmann en eso de que casi todos o todos desearíamos vivir como realmente queremos. No veo nada de malo en eso. Mientras tanto, la realidad de muchos, entre los que me incluyo, es que hay que transar con la realidad; para vivir, para convivir y sobre todo para sobrevivir.
Aprovecho a contarte que incluí la referencia a tu propuesta de "La Era de la Mujer" en los links de este blog.
¡Saludos!
Claudina

 
At julio 19, 2006 5:04 p. m., Blogger Alvaro said...

Puede que haya leido el reportaje con algo de mal humor, puede que me haya dado algo de envidia, tal vez las dos cosas.
Lamentablemente cuando escribo me resulta muy dificil aplicar el precepto de "si no tenés nada construtivo para decir, mejor callate la boca".
Gracias por el link, saludos
Alvaro

 
At julio 26, 2006 1:06 a. m., Anonymous Anónimo said...

Yo no puedo criticar a Feinmann porque en un curso de él sobre Filosofía y Poder conocí al amor de mi vida.

 
At agosto 16, 2006 4:26 p. m., Anonymous Anónimo said...

Hago cuanto curso dicte José Pablo, me presento en cuanto lugar figure su nombre como ponente. Básicamente soy un gran admirador de sus pensamiento filosófico y político (este ultimo es bastante mas discutido).
Creo que la grandeza de José Pablo reside, mayormente, en haber popularizado la filosofía, digo, en todas sus novelas, en sus cursos, sus charlas, ha llevado la filosofía a lugares antes impensados. Un lenguaje conciliador.
Voy a generalizar, siempre lo hago. Puede que suene despectivo, no lo es.
Hablo con mi carnicero sobre el Dasein, Voluntades de poder. Y para un amante de la filosofía, es tan fascinante poder ir a la carnicería, y entre corte y corte de bife de chorizo, reflexionar sobre el ser para la muerte. Que Luis (carnicero) me pregunte que tan lejos estoy del hombre gregario, me es tan fundacional. Se torna inexplicable.
El punto es el siguiente, José Pablo llegó a un publico, instruido, profesional, al cual no llegaba la filosofía. Contra la marea de criticas de los círculos filosóficos.
En base a la entrevista en el suplemento Mujer de Clarín (el mismo Clarín ninguneado por JP en cuanta oportunidad tiene) escuche a Luis (yo no hace falta aclarar su oficio) quejándose, diciendo que es poco serio.
Por suerte, JP, nunca presto atención a celos académicos. Gracias a ello, Luis puede quejarse de lo poco serio de JP en Mujer, de JP y pseudos atletas de la vida.
Todo esto lo digo, sabiendo que mi condición de junta hojas, conlleva no ver otro millón de hojas a juntar.

 
At agosto 17, 2006 8:59 a. m., Blogger Claudina said...

Como en los comentarios a este posteo hay varias referencias a Cortázar... entre amebas y juntadores de hojas secas... vuelvo a recomendar al que no lo haya leído, el Capítulo 84 de Rayuela (con el 22, uno de los capítulos que más me gustan del libro)... Hice referencia al 84 en un posteo de este blog el 26 de Febrero. Usé la imagen de la ameba nuevamente en este posteo sobre Feinmann. Por eso nuevamente la referencia a esas palabras impecables de Julio Cortázar sobre la condición humana.

 

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