09 abril 2006

Domingo de ramos...


Estoy en el bar de la esquina de casa. Vine a despejarme de la lectura de los primeros capítulos de El Capital, ya que me estaba desplomando de fiaca después de la décima página de comparaciones entre una chaqueta y 20 varas de lienzo, con la que Marx quiere explicar el valor de las mercaderías.
Como decía, vine a despejarme de esa lectura, con otra lectura, Cioran y su Breviario de Podredumbre. Ésos son mis ratos de solaz... jeje
Pero la ventana del café pudo más. Y mientras miraba en la esquina opuesta a una chica, aburrida, sentada en un banquito, ordenando ramas de olivo, me puse a pensar en su tristeza -quizá apenas consciente para ella misma-. Ella queriendo vender ramitos, venta cuyo éxito dependerá de que alguna vieja creyente y "¿piadosa?" pase por la esquina.
Al mismo tiempo, en otra populosa mesa del café, hay un bebé al que la madre levanta y mece. Jugando y pronunciando algo así como "aá aá aaahhhhh aaaá oooouuuu aaahhaaaá".
Me resulta "inescribible" la imagen combinada de la piba de los olivos matizada con los sonidos de alegría / alboroto que vienen desde la mesa del bebé.
En otras mesas hay gente hablando de ventas o compras de departamentos, hablando de tipos o tipas, de enemigos íntimos... Diálogos de todo tipo:
_"Pero las partículas de ... embebidas de..."
_"... y él está divorciado hace varios años. Tiene una hija grande, ya casada..."
(Por celular) "_Sí, sí... bajate en Güemes y caminá una cuadra"
_"Un cortado por favor. Y ¿me trae el diario de hoy?"
(en la misma mesa del celular) _"Sí, un toch an gou jajajaja"
A todo esto el mozo ya me trajo un licuado. Le había pedido de ananá pero, ante mi pregunta, confesó que era de lata y, la verdad, hoy no estoy para aceptar nada enlatado, ni siquiera a mí misma. Por eso salí un rato de casa.
Miré de nuevo a la vendedora de los ramitos. Ella también me miró un segundo y desvió la vista. Un minuto después, no la veo. Cruzó otro pibe con una gran cantidad de ramos de olivo que tiró encima de los de la chica ausente, haciendo más difícil la tarea de vender ahora TODO eso. Les echa agua. Me pregunto qué pensaría Marx de estas "mercancías". ¿Tendrían para él valor de uso y valor de cambio, siendo, como son, símbolos?
Luego me respondo: "Seguramente sí. El viejo "barba" dice él mismo en el Capítulo I de El Capital que mercancía es todo lo que satisface una necesidad, surja ésta del estómago o de la fantasía. Claro que después empezaría con lo del "opio del pueblo", etc.
A todo esto... perdón... ¿Yo dije que había salido para despejarme de las lecturas de Marx? Qué ilusa.
Dice Savater en el prólogo a Cioran: "Las palabras se han mostrado ya como vacías o podridas; por un momento, hemos visto, inapelablemente, lo que alienta tras esas voces consagradas: 'justicia', 'verdad', 'Inmortalidad', 'Dios', 'Humanidad', 'Amor', etcétera. ¿Cómo podríamos de nuevo retirarlas con buen ánimo, sin consentir vergonzosamente en el engaño? Las diremos, sí, una y otra vez, pero recomidos de inseguridad, azorados por el recuerdo de un lúcido vislumbre, que en vano trataremos de relegar al campo de lo delirante; la verdad peor, una vez entrevista, emponzoña y desasosiega por siempre la concepción del mundo a cuyo placentario amparo quisimos vivir. ¡Lucidez, gotera del alma...!"
El bebé de la otra mesa vuelve a quejarse, con ese rezongo tan característico. ¿Será que habrá captado la esencia del mundo antes siquiera de pararse por sí solo? ¿Querrá volver a "los buenos ratos fetales"?
"Las ideas son los sucedáneos de los pesares" dijo Proust...
Ahí escucho a la madre, que vuelve al "aá aaaá aaahhaaá ooooh..."
Y Cioran: "Vivir en la espera, en lo que todavía no es, es aceptar el desequilibrio estimulante que supone la idea de porvenir. Toda nostalgia es una superación del presente. Incluso bajo la forma de remordimiento, toma un carácter dinámico: se quiere forzar el pasado, actuar retroactivamente, protestar contra lo irreversible. La vida no tiene contenido más que por la violación del tiempo. La obsesión de estar en otra parte, es la imposibilidad del instante; y esta imposibilidad es la nostalgia misma. (...) No sabríamos insistir suficientemente sobre las consecuencias históricas de ciertas aproximaciones interiores. La nostalgia es una de ellas; nos impide reposar en la existencia o en lo absoluto; nos obliga a flotar en lo indistinto, a perder nuestros agarraderos, a vivir a la intemperie en el tiempo. (...) Estar arrancado en la tierra, exiliado en la duración, desgajado de las raíces inmediatas es desear una reintegración a las fuentes originales antes de la separación y el desgarramiento. La nostalgia es sentirse perpetuamente lejos de casa; y, fuera de las proporciones luminosas del Hastío (...) toma la forma de la vuelta a lo finito, hacia lo inmediato, hacia una llamada terrestre y maternal. Del mismo modo que el espíritu, el corazón forja utopías; y la más extraña de todas es la de un universo natal, donde uno reposa de sí mismo, un universo-almohada cósmica de todas nuestras fatigas.
En la aspiración nostálgica no se desea algo palpable, sino una especie de calor abstracto..."
Otro quejido del bebé... (que, en realidad, ya no está en el café, pero lo cito porque queda justito para como viene el relato, ¿no?)
El ramo de la piba mermó. No creí que hubiese vendido tanto. La esquina de enfrente tiene la respuesta. El pibe que antes incrementó el ramaje de la chica, volvió a su puesto con el ramo que le corresponde. Y ahí siguen, los dos, esperando...
Se ve que en el capitalismo contemporáneo el olivo no tiene tanto valor de uso, ni de cambio...
1) Este posteo va dedicado especialmente al mozo del café de la esquina de casa, quien tan amablemente me facilitó hojitas de su anotador, en las cuales finalmente pude volcar el borrador de este escrito, y todas mis sandeces... Claro que tuve que seguir en servilletas del bar, porque el texto resultó largo. Y se lo dedico y agradezco aún cuando en un momento de profunda contemplación sobre el libro de Cioran, me haya interrumpido, haciéndose el "langa" y preguntando "¿Te gustó el licuado?"
2) Me quedé en el café hasta que ví lo que esperaba ver: una mujer que caminaba rápidamente, con un ramito de olivo en la mano.

6 Comments:

At abril 10, 2006 6:02 p. m., Anonymous Anónimo said...

Este relato tiene fuerza, gracia y belleza. Las notas conclusivas lo cierran perfectamente, al ritmo adecuado. Quizás las citas son un tanto largas, pero se entiende su efecto catalizador ante los dramas del exterior. Sin duda transmite los devaneos de un alma sensible, que con notable talento y capacidad, augura otras gratas sorpresas para el futuro.

Felicitaciones!!!

Besos,

Val

 
At abril 11, 2006 4:55 p. m., Anonymous Anónimo said...

Resulta impresionante como CAPITALISMO, DOMINGO DE RAMOS y BEBE pueden integrar un mismo relato. Magnífica observación!!! Excelente conclusión!!!

 
At abril 11, 2006 5:07 p. m., Blogger Claudina said...

Gracias a ambos!
Val, la longitud de las citas se debe simplemente a que, a pesar de su nihilismo (poco recomendable en día domingo), Cioran es francamente un pensador "citable". Gracias por tu apreciación sobre el resto!!
Sol, te confieso que todavía más que la combinación de Marx, el domingo de ramos y un infante, me resultó especialmente difícil incluir la palabra "licuado" en el mapa conceptual... jeje
Bueno, me dejo de pavadas. Solamente quería agradecerles a los dos la lectura y el comentario.
Un abrazo!
Claudina

 
At abril 11, 2006 5:13 p. m., Anonymous Anónimo said...

Siendo que el licuado de ananá es tu preferido, no creo que tengas problemas para incluirlo en tus relatos (porque los podes empezar indicando "Luego de tomar mi riguroso licuado de abacaxi..." o "Mientras deleito mi licuado de ananá me viene a la mente...")!!! Tu problema es siempre conseguir que la fruta sea natural y no enlatada!!! Ese dilema lo podes convertir en alguno de tus posteos!!!

 
At abril 12, 2006 3:06 a. m., Anonymous Anónimo said...

Una más, ya no es novedad, otra deliciosa aguafuerte de Claudina

 
At mayo 04, 2006 12:05 p. m., Blogger Percho said...

La verdad me identifica el echo de ser un espectador de lujo de situaciones vividas, también me llevo un libro y en el descanso voy contruyendo historias a partir de lo que escucho.
Me gusto tu relato, en serio, y no para cambiarlo por un "gracias"
Percho

 

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