02 febrero 2006

Speakers' Corner. Hoy: los "odiosos" del transporte público


En este sencillo y emotivo acto doy por inaugurada una nueva sección del blog: el SPEAKERS' CORNER. En Londres se llama así al rincón del Hyde Park (la esquina de los oradores) donde, con total libertad, cualquiera puede expresar lo que tenga para decir...
En 1872, el Parlamento cedió ante las presiones de la población y dictó una ley en la que reconocía a Speakers' Corner como un lugar para el debate público. Desde entonces, miles de personas han expresado allí su disconformidad y han luchado por sus derechos. Cuenta la leyenda que incluso un joven llamado Vladimir Illich (¡Lenin!) iba allí cada domingo a escuchar a un ateísta y mejorar su inglés.
No sólo de política y opiniones se habla allí, sino también hay quienes hablan de religión, aluden a la vida extraterrestre, y no hay que olvidar a unos cuantos locos que aprovechan el lugar para decir lo que les venga en gana.
Pues el "bloggerío" actual viene a ser una especie de Speakers' Corner virtual y aquí va mi primera vociferación. (Parental advisory: los siguientes párrafos contienen "lenguaje adulto, escenas de violencia y desnudez de conciencia"):
Es sabido que el transporte público en países como el nuestro es deficiente. Se viaja mal, apretado, con escasas frecuencias. En verano al hacinamiento de gente se suma el calor que pone de mal talante a más de uno. Pero en definitiva, si se viaja por 70 u 80 centavos, uno no puede hacerse el exquisito.
Hete aquí que hay una clase de gente que se cree de otro mundo y que ignora -o pretende ignorar- que si se decanta por la opción de cualquiera de las líneas de subte o colectivo porteñas a las seis y media de la tarde, va a viajar con otros entes tan cansados, tan sudorosos, acalorados y merecedores de espacio vital y aéreo como él.
Pongo por caso un pibe extremadamente maleducado que hace apenas instantes, en la línea D donde más que pasajeros todos éramos ganado en pie, se mostró increíblemente disgustado y bufoso cuando le pedí si podía apenas ponerse de lado de modo que pudiéramos dejar salir a una persona ubicada en el medio del vagón que necesitaba bajar y lo había pedido correctamente. Tan malhumorado se puso el hijo de puta que, no teniendo que apearse de la formación en esa estación, resopló como si tuviera los huevos al plato y se bajó pisando fuerte y aparatosamente como dejando bien en claro que él era de otra clase y no iba a tolerar semejante incomodidad. Menos aún le interesaba que le anduviesen pidiendo un gramo de solidaridad en semejante inhumana situación.
Pues a esta gente que, en condiciones de transporte público resopla, bufa, chilla, rezonga, refunfuña, ruge, gruñe o berrea les digo:
¡¡SI SON TAN EXQUISITOS, HÁGANNOS EL OBSEQUIO DE TOMARSE UN TAXI!!
Es lo más práctico que se me ocurre decirle a esta gente. Ya que dudo que puedan hacer un curso acelerado de empatía y entender que al resto de la humanidad también le molesta el pasajero que va "suelto" y en las frenadas o aceleradas del vehículo se apoya en la simbólica pared de nuestra espalda. Que todos lamentamos que en el subte falte el aire y que sufrimos olfateando no precisamente perfume francés después de que todos anduvimos dando vueltas y laburando en una ciudad abrasada por el rigor de la canícula. Que no pensamos alegremente que ese bolso, diario, paraguas, libro, bolsa, codo, culo, brazo, cabeza, pie, rodilla (y cualquier otro saliente del cuerpo humano) sea un apéndice de nuestro propio cuerpo... sabemos positivamente que es un objeto extraño incrustado en nuestra humanidad. Pero... ¡¡¡QUÉ PODEMOS HACER!!!
¡¡Nada!! Solo poner el hombro (culo, pecho, espalda, codo, brazo...), aguantar, respirar como se pueda, rezar un mantra y esperar a que nuestra estación llegue pronto... o a que lo que queda de nosotros llegue a ella.
He dicho.

7 Comments:

At febrero 03, 2006 10:26 a. m., Anonymous Anónimo said...

Tema interesante si los hay, luego de varios años de cómodo viaje (aunque no poco tortuoso o "accidentado") en automovil particular hacia los subirbios, he vuelto a experimentar la indescriptible sensación del viaje grupal en "EL SARMIENTO" medio de transporte bien conocido, puteado y necesitado por los habitantes de Far West.
Les cuento una (para no cansar a los lectores con la cantidad existente) pequeña anecdotilla de hace unos días:
"Tipo 7:50 hs. como es habitual estoy "pillando" (alcanzando) en la estación Ciudadela el tren que me deposita todas la mañanas en la etación Once, subo, también como es habitual, mas que dormida y escondida tras las gafas que hacen de escudo. Ahora entretengo mi mente en la lectura de "Sobre Héroes y Tumbas" que tan gentilmente me facilitó mi amiga y ávida lectora Claudina.
Pues bien, subo al tren. Cuando estamos llegando a Liniers (estación en la que suelen bajar bastes pasajeros y quizas con surte dejan paso a un poco de aire entre tantos cuerpos pegoteado) logro, en un hecho histórico, ubicarme contra el respaldo de los asientos que dan a la puerta. Esto te da cierta comodidad ya que viajar apoyada contra una superficie dura (Ojo Fer que ya se para donde fue tu pensamiento) y fija descansa en parte el cuerpo y evita que otro cuerpo humano te aplaste por detras quedando así solo el que te aplasta por delante. De hecho el espacio es bastante grande como para acomodar a dos personas. por lo cual estaba un Sr. del lado de la puerta y yo del lado del pasillo. Yo iba leyendo una parte entretenida del libro por lo cual casi no presté demasiada atención cuando este buen hombre que estaba parada adelante mío (el que me aplastaba por delante) saca de su riñonera un juego de llaves... yo seguía sumergida en la lectura... de pronto me extrañó escuchar un "TIC" "TIC" y de manera aletargada levanto mi mirada (siempre protegida gracias a Dios por los lentes) cuando descubro que el inmundo y asqueroso que estaba parado delante mío SE ESTABA CORTANDO LAS UÑAS!!!!!!!! DIOS SANTO!!!!!!! QUE REPUGNANTE!!!!!!! Veía los pedacitos de "revestimiento córneo del extremo de los dedos" (gracias Clau por el aporte lingüístico) que volaban por el aire, tan cerca que uno de ellos dio justo sobre el hombro del Sr. que estaba parado a mi lado... QUE HOYOR!! (esto va en lenguaje salteño) casi al desmayo quise increpar al asqueroso que dejara de hacerse la minicure cuando el bestia dejó de acicalarse y guardó su alicate... quedé asqueada para todo el viaje de tal manera que al bajar en Once no hizo mella en mí el olor a choripan que a diario me ataca en el anden...
En fin, si no puedo aguantar estas trivialidades mejor que me tome un taxi...
Y bueno... una mas y van...

 
At febrero 03, 2006 10:50 a. m., Anonymous Anónimo said...

Bueno, no sé de qué te quejás!!! Por lo menos es gente limpita che! Lástima que repartió pedacitos de uñas por todo el vagón....
La verdad que, por como venía el relato, me estaba imaginando otras cosas más repugnantes... Besos!!!

p.d.: la verdad que me quedé pensando... no será negocio poner en uno de los vagones un box para hacer depilación, belleza de pies, etc...??? Podría llamarse "Magic Express" o "Magic Train".
(Nota: Magic es el nombre de un salón de belleza que todas nosotras conocemos y alguna vez utilizamos)

 
At febrero 03, 2006 10:55 a. m., Anonymous Anónimo said...

Cuando tenía 8 semanas de embarazo (ahora son 18), me atrapó el primer vómito matutino en la combi, camino a mi trabajo. Afortunadamente tenía a mano el bolso donde llevaba la ropa del gimnasio, en el cual fue a parar todo mi desayuno (impresionables abstenerse). Sin perjuicio de ello, el conductor de la combi, muy amable, paró el vehículo para abrirme la ventanilla, lo cual agredecí enormemente ya que la bocanada de aire fresco me hizo sentir mejor. Durante este gentil acto, una mujer, seguramente madre, que durante el camino se habia venido quejando que el tránsito que había (inimputable a ninguno) la haría llegar tarde a su oficina, elevó su queja y tono de voz cuando advirtió la "terrible" intención bienaventurada del chofer de detener la marcha para acudir en ayuda de una embarazada. Yo no esgrimí comentario alguno porque ya me sentía bastante avergonzada de haber hecho involuntariamente una exhibición pública de mi desayuno ya consumido, pero el resto de los pasajeros comenzaron a hablar entre sí (en un tono deliberadamente superior a un cuchicheo a fin de que esta buena dama escuchara) sobre lo insensible de su actitud. Yo creo que "los odiosos" no son sólo del transporte público. Los encontramos por doquier, en colas de bancos, supermercados, por la calles, transportes, restaurantes y, seamos francos, a veces tambien reflejados en nuestro espejo.

 
At febrero 03, 2006 10:59 a. m., Blogger Claudina said...

Fer, pues hay que ser medio asqueroso como el manicuro éste, para ser cliente de esos boxes!!!
Yo jamás me depilaría ahí!! Dudo que usen cera descartable!!! Y me niego a que me coloquen encima ese lacre caliente y lleno de vellos púbicos y "públicos" de quién sabe qué persona!!! Qué hoyorrrr (en salteño)
No way, voy a Mónica Brenta Beauty Center y que me pongan al menos cera reciclada de abnegadas oficinistas de color verdoso-blanquecino que se depilan en la insigne institución porque las invitaron a una quinta en el Tigre en el fin de semana. Qué "level"... jaja
De ultima les diré que hace "yato" ("rato" en salteño) le hago honores a la Braun Silk-Epil, obvio, sigo los tips de Heidi Klum
Kisses a todas!!!
La "frivolizada" YO...

 
At febrero 03, 2006 11:06 a. m., Anonymous Anónimo said...

Justamente hoy escuché en radio 10 este chiste, que viene al caso: En un vagón de subte lleno de pasajeros una señorita siente que el hombre parado detrás suyo le esta apoyando "sus partes" muy alevosamente. Se da vuelta y le dice: "Sr. por favor, deje de apoyarme". El pasajero, contrariado, le explica que esta equivocada y que justamente "ahí" lleva un sobre con el sueldo que acaba de cobrar, para resguardarlo de posibles ladrones. Entonces la joven replica: "mire Sr., que buenos será su trabajo que su sueldo ha aumentado en las últimas tres estaciones"....(ahora es cuando hay que reirse...!!!)

 
At febrero 03, 2006 3:05 p. m., Blogger Claudina said...

Muy bueno el chiste, Sol! La fémina de mal talante que pintás en tu relato también es un personaje repetido en varios ámbitos, como bien decís. Abundan en el transporte público y privado, en los ministerios, tiendas, bancos, etc... En fin... es de esa clase de gente que pertenece a la mitad de la humanidad cuyo objetivo es joderle la vida a la otra mitad...

 
At febrero 04, 2006 12:44 p. m., Blogger Claudina said...

Me faltó decir, de acuerdo con Sol, que todos nosotros estamos, alternativamente, en una y otra mitad de la humanidad... no vamos a hacernos los santos acá, ¿no?
Yo me reconozco más de una vez portadora de mis propias mini-histerias... (Esto me recordó aquél chiste de Mafalda: "Cada ministerio con su mini-histeria")

 

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