26 enero 2006

Mañana de paranoia (la justa y necesaria, ¿eh?)



Esta mañana tomé el subte "D" en la estación terminal Congreso de Tucumán. Había dos formaciones, una lista para salir, a la que finalmente subí y otra en el andén de enfrente. Me senté y miré hacia la puerta de mi vagón, vista que daba justamente a la única puerta abierta de la formación del otro andén. Todos los vagones de esta formación estaban vacíos excepto el que enfrentaba al mío y podían verse apenas las piernas de un hombre tirado en el piso de ese vagón, rodeado de un par de guardias de seguridad, además de una mano con guante de latex que iba y venía haciendo maniobras, tocando las piernas inmóviles, midiendo.
Al minuto se escuchó la bocina que avisaba que la formación en la que yo estaba iba a salir. Las puertas se cerraron y el tren arrancó.
Me quedó la horrible intriga y angustia de saber si aquél hombre tirado en el suelo estaba muerto o qué le habría pasado.
Unas estaciones después, subió un hombre rarísimo. Desaliñado, con una bolsita de plástico y muy parecido a Stephen King. No sé objetivamente si yo ya estaba mal predispuesta por lo visto anteriormente, o si la actitud de este hombre era realmente extraña. Quedó parado justo sobre la puerta, enfrente. De a ratos yo lo miraba, como "de contrabando", para que no se diera cuenta. Un par de estaciones después, sacó de la bolsa un jueguito electrónico (como el Tetris o algo así) y se puso a jugar, muy concentrado. Dejé de mirarlo y, ya no teniendo donde fijar la vista por la fronda de piernas, zapatos y bolsas que se veían hacia abajo, cerré los ojos.
Los abrí un par de estaciones después sólo para comprobar lo que a ojos cerrados sospechaba: ¡Stephen King estaba mirándome!
Mentiría si digo que me aterré, porque sinceramente no era para tanto, pero debo decir que a partir de ahí (sería por la estación Callao o alguna similar) esquivé permanentemente la mirada del clon de King, deseando bajar pronto de ese convoy extraño.
En eso, los parlantes anuncian: "Próxima estación 9 de Julio. Combinaciones con líneas B y C".
Danke schön, Gott!!
(La historia acaba aquí, porque no tendría sentido decir que, a la salida del subte, alcé la vista hacia el 1º piso de la confitería de la esquina de Sarmiento y Diagonal Norte, en la que las esculturas del águila y el cóndor que hacen las veces de atlantes o cariátides, me parecieron siniestras...)



2 Comments:

At enero 26, 2006 10:37 a. m., Anonymous Anónimo said...

Yo hice el recorrido Congreso de Tucumán - Diagonal Norte durante los dos años que viví en Nuñez y de vez en cuando me encontraba con situaciaciones similares a la por vos hoy vivenciada (y eso que la linea D es la "mejorcita" de las 5 que hay). Pero si queres experimentar a diario aventuras semejantes no tenés más que viajar en tren linea Mitre a Constitución o linea San Martin a Retiro donde te violan la humanidad con la mirada y te querés convertir en el cartelito que dice "Prohibido Fumar" o "Reservado para embarazadas o discapacitados" para pasar desapercibida (porque, después de todo, nadie en esos transportes le "da bola" a esos carteles). El problema ahí es que no se trata de paranoia sino de mera realidad. Una vez, la empleada de una familia amiga, manifestó convencida que su hija habia quedado embarazada por el "roce del colectivo". Siempre recordé esa anécdota porque me representa el máximo exponente de la ignorancia humana. Pero ahora que lo pienso bien, si en lugar de "colectivo" hubiera mencionado las lineas de trenes arriba indicadas, le hubiera creido...

 
At enero 26, 2006 6:12 p. m., Blogger bufanuvols said...

Hola, Claudina.
Gracias por tu comentario en mi blog.
Tenemos algo en común, hablamos de todo un poco.
Muy intersante tu blog.Sigue así.
Saludos de un español en Caracas.

 

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