28 enero 2006

Pobres atlantes... Pobres cariátides...





Siempre fueron fuente de curiosidad y hasta de un dejo de pena... Lo mejor de Buenos Aires se ve sin duda levantando la vista de modo de acceder a paneos de los balcones, mansardas y cúpulas... Buenos momentos para ver las sorpresas que nos esperan más allá del primer piso, suelen ser no sólo los viajes en colectivo, sino también esa espera mínima en una esquina, por el verde del semáforo para cruzar. Basta levantar un tanto la cabeza y se los ve a ellos y ellas: atlantes y cariátides que soportan el peso de los edificios de la ciudad con un estoicismo y unas fuerzas colosales, generando sorpresa, infundiendo misterio, insuflando una vida particular a tantas construcciones... Seres mitológicos en la ciudad...

Muy especiales y melancólicos me han parecido siempre los atlantes del Edificio Otto Wulf en Avenida Belgrano, barrio de Montserrat. También en Esmeralda casi Avenida Corrientes hay unos muy esforzados, que además ostentan cadenas... tan ingrato ha sido el escultor...

Estos sentimientos sobre cariátides y atlantes los encontré mejor expresados por Ramón Gómez de la Serna en la página que le hace honores... http://www.geocities.com/greguerias

"Cuando me muera quisiera que me llorasen todas las cariátides de Buenos Aires."
"Yo veo a las cariátides como seres legendarios, capaces de muchas fechorías, hasta de llevarse la casa un día, saliendo con ella hacia otro barrio más saludable y más nuevo."

"Las cariátides tienen varios medios de descansar. Cuando no pasa nadie por la calle, apoyan una de sus manos en la rodilla y así hacen una flexión poderosa, formando con todo su cuerpo una palomilla invencible. También aprovechando el momento en que no pasa nadie –¡mucho ojo con las esquinas!– cambian de sitio y parece que no, pero eso hace que pese sobre otros salientes de su espalda el edificio."
Excepto la fotografía inferior #3 -de uno de los atlantes del edificio O. Wulf-, las imágenes #1 y #2 son de la página antes citada. (La fotografía #1 corresponde al edificio del Congreso). Para más información sobre el edificio Otto Wulf hacer click aquí.


2 Comments:

At enero 30, 2006 4:16 p. m., Anonymous Anónimo said...

En lo personal, a mi no me inspiran lástima. Siempre me provocaron dos sentimientos que, en sí, no se contradicen: el primero es temor, vaya a saber la razón (quizás porque me rememora la arquitectura de bóvedas y panteones); el segundo es la percepción de que dichos entes estan purgando una culpa eterna, al buen estilo mitológico.-

 
At enero 31, 2006 9:52 a. m., Blogger Claudina said...

Me parece buenísimo para desarrollar tu segundo argumento. Como si dentro de las estatuas hubiese un alma atrapada pagando quién sabe qué error pasado... lo cual igualmente -no importa la culpa que purguen- a mí continuaría dándome una sensación de tristeza pues, cuál es el crimen y qué gravedad absoluta reviste como para que la deidad acusadora y punitiva decida semejante pena eterna!! Cualquiera haya sido la mala acción de las cariátides o los atlantes, creo que la han pagado con creces y a fuerza de soportar el peso del edificio, el calor y frío extremos, la lluvia que cala la piedra, la polución y el depósito de inmundicias sobre su figura y, lo peor, la indiferencia de los transeúntes. Tu relación entre las cariátides y atlantes con un supuesto castigo eterno es perfecta, e igualmente productora de melancolía. Me recuerda a Prometeo cuya única falta consistió en robar el fuego y la luz de los dioses para los hombres o en Sísifo. La condena al águila eternamente royendo las entrañas o la piedra eternamente cayendo por la ladera, me parece desproporcionada y en cualquier caso, aún cuando solo hubiese mito de por medio, injusta. No dejo de pensar que en algunos sitios de este mundo hay igualmente eternos condenados a eternas carencias... y eso sí es más real y no menos triste... ya sé que me fui al carajo con estos devaneos... pero me pareció interesante desarrollarlos... Gracias por tu comentario, Sol!

 

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