13 enero 2006

Sobre Deleuze y Dostoievski


Ayer empecé a leer "Memorias del Subsuelo" de Dostoievski, poco después de haber leído (en el viaje de regreso desde el trabajo) un interesante artículo del Suplemento Psicología de Página/12 de ayer (12 de Enero).
Es curiosa la conexión entre los textos por cierta oposición que encontré en las ideas.
Del artículo de Página/12: "Para Deleuze el pensamiento es el conjunto de fuerzas que se resiste a la muerte, ése es su vitalismo. Pensar es resistir, y entonces filosofía, política, crítica y clínica son un mismo movimiento. Es un funcionamiento donde lo esencial del pensar no está en el pensamiento sino afuera, en lo que fuerza a pensar. Es la vida tratada como campo abierto de los encuentros y la inevitable necesidad de pensarla que nos incitó a una clínica y una política más allá de todos los ismos, o las escuelas dominantes en las distintas coyunturas."
En las primeras páginas de Memorias del Subsuelo, Nekrassov va postulando: "Una conciencia demasiado esclarecida es, lo juro, una enfermedad, una verdadera enfermedad horrible. Una conciencia ordinaria basta y sobra para una vida común (...)."
Sin duda el personaje de Dostoievski habla desde un dramatismo particular e implacable. Y si bien siempre fui de la idea de que son un millón de veces preferibles la conciencia y la reflexión (aún sobre lo más desagradable de este mundo) antes que la ignorancia e irreflexión (que a veces solemos ligar a cierta despreocupación que suponemos cercana a la felicidad o al menos a una sensación de contento); no es menos cierto que esta conciencia o pensamiento profundo a veces nos sume en el desamparo, como si la realidad nos desbordase.
Dos ideas ligadas y prácticamente opuestas leídas en el mismo día. Creo que ambas situaciones se dan simultáneamente en cualquier individuo que se lance a la aventura de pensar y discurrir sobre la vida que transcurre a su alrededor y sobre la propia pulsión vital interna. El pensamiento puede ser luminoso y gris al mismo tiempo. De cualquier modo es válido rescatar y subrayar por sobre todo, las ideas de Deleuze del pensar como "resistir" y de la vida como "campo abierto".
Cuando chica, sentía una inclinación especial por los pensamientos "atormentados". Sigo con ese "gusto" aunque atemperado (continúan las lecturas de Ciorán y de novelas psicológicas). Aunque últimamente tiendo más a la riqueza de las cosas, al interés que despierta lo complejo, al gusto por la variabilidad de la realidad y sus posibilidades casi infinitas. O infinitas.

2 Comments:

At enero 16, 2006 10:14 a. m., Anonymous Anónimo said...

La semana pasada te pedi motivos para terminar de leer "Crimen y Castigo" de Dostoievski (el cual adquirí por ser un clásico cuya lectura se torna en un ámbito intelectual "obligatoria")ya que su narración lúgubre e historia sombría no me permiten llegar más allá del segundo capítulo. Te dije que para mí era un "crimen" no leerlo pero un "castigo" hacerlo. Se que de algún lado sacaré fuerzas para concluir su lectura. Pero si hay algo que me quedó claro es la razón por la cual este clásico figura en la lista de tus libros predilectos. Escribiste: "Cuando chica, sentía una inclinación especial por los pensamientos "atormentados". Sigo con ese "gusto" aunque atemperado..." (sic).

 
At enero 16, 2006 12:39 p. m., Blogger Claudina said...

Sí, como te había puesto en aquél comentario, hasta por motivos no totalmente conocidos, me gustan estas novelas donde los personajes se mueven en terrenos -geográficos y espirituales- sórdidos y sombríos. Para ampliar, copio textual un párrafo del propio Dostoievski que, aún siendo tildado de sombrío, en este caso agega luz a lo que quiero expresar: "Precisamente esta mezcla abominable y fría de esperanza y desesperación, (...) esta existencia de pozo viviente, esta ausencia (claramente percibida, pero dudosa)de toda posibilidad de solución, ese montón de deseos insatisfechos que no encuentran salida, de decisiones ardientes pero seguidas por los remordimientos; todo esto es lo que conforma precisamente esta voluptuosidad extraña a la que me refería antes." DOSTOIEVSKI, Memorias del Subsuelo

 

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