10 febrero 2006

Gracias por venir...


Interesante el artículo que publicó el New York Times el domingo pasado: Las escuelas norteamericanas premian la asistencia de los estudiantes a clases con incentivos que van desde helados, premios de 1 ó 25 dólares, iPods, bicicletas y U$S 500 en supermercados, hasta computadoras, autos, camionetas y U$S 10.000 en efectivo.
Todo parece comenzar con la ley federal "No Child left Behind" (algo así como "que ningún niño quede atrás"), la cual toma en cuenta los índices de asistencia y ausentismo escolares en sus evaluaciones.
Las escuelas, especialmente de distritos pobres, son motivadas por el dinero que reciben de los gobiernos estatales, cuya asignación frecuentemente se basa en el promedio diario de asistencia. En Chicago por ejemplo, por cada 1% de incremento en el índice de asistencia a clases, el distrito recibe U$S 19 millones adicionales a su presupuesto, en dinero estatal. En Forth Worth, si el índice de asistencia se incrementa en un estudiante, el distrito recibe U$S 4700 extras.
El artículo va mostrando ejemplos de estudiantes que han "ganado" U$S 10.000 dólares, un Ford Mustang, una camioneta Ford Ranger o el pago de una cuota mensual en la hipoteca de sus padres. Y estamos hablando de chicos de primaria hasta adolescentes de 17 años.
Consecuencias inmediatas: Los incentivos fuerzan a los estudiantes a asistir a la escuela incluso enfermos. Muchos de los incentivos apelan más a los padres que a los mismos estudiantes. La aplicación de los incentivos varía muchísimo según el distrito. Los resultados (positivos) también. En algunos distritos, como Chelsea, Massachusets, los premios se acumulan y entregan recién al momento de la graduación. Donde los premios son menores (por ejemplo U$S 25.-) el incentivo apenas logra reducir los índices de ausentismo.
Hasta aquí los fríos números y consecuencias inmediatas visibles tras la aplicación de estos programas. Pero luego está el dilema moral-filosófico-ideológico-pedagógico: Algunos expertos dicen que estos incentivos son un "mal approach" y repulsan la idea: "¿Vamos a pagar a los chicos para que vengan a la escuela?" "¿Se accede a premios sólo por "aparecer" y por hacer lo que se supone debe hacerse -incluso sin premios-?"... Aparecen las palabras soborno, engaño, engatusar... "¿Y dónde termina? Necesitaremos entregar un Porsche Boxter? Antes que decir que te pagaremos si apareces, debemos trabajar más duro demostrando cómo la escuela realmente tiene relevancia para la vida de estos chicos."
Otros expertos dicen que los incentivos tienen sentido pues hacen un paralelo con el mundo laboral...
Y la pregunta es: ¿Por que la escuela debe "espejar" el mundo laboral?
La polémica está planteada.

3 Comments:

At febrero 13, 2006 10:14 a. m., Anonymous Anónimo said...

PATETICO; lisa y llanamente. De esta manera se logra que el verdadero significado de "educarse" se desvanezca y desvíe a una realidad vana y hueca. El saber, como herramienta para un buen desarrollo personal, se suple por un bien material. Hacia donde vamos!!!???. PATETICO, otra vez.-

 
At febrero 13, 2006 11:12 a. m., Blogger Fernando said...

Clau, soy Fernando del taller de escritura. Te cuento que reinicié mi blog y te invito a visitarlo: http://www.pavaspavadas.blogspot.com

Espero tus comentarios =)

Saludos,. Fer

 
At febrero 13, 2006 2:57 p. m., Blogger Claudina said...

Gracias Fer por tu mail! Muy lindo tu blog!
En cuanto a lo que comenta Sol, siento lo mismo y arremete la duda: ¿Qué tan cierto era aquella frase que decía "Todo no se compra, todo no se vende"? Por lo pronto mucha gente aprende desde el colegio que todo es susceptible de ser mercantilizado... la verdad que comprobarlo me da cierta nostalgia por un tiempo donde la escuela valía por otros motivos...
Lo único que rescataría de este ejemplo de norteamérica es el esqueleto de la idea, no el contenido: es decir, la idea de "incentivo" pero no retribuíble en "especie" sino una especie de incentivo al mérito y reconocimiento no ligado al dinero o a un iPod... en fin...

 

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